Estarán de acuerdo conmigo en que el agua constituye un bien de incalculable valor, básico y fundamental para el desarrollo de la vida. Ya lo era antes, ahora mucho más con la paulatina desertización de muchas regiones.

En el pasado Pleno se trató uno de los problemas que padece Almería con el agua, en concreto con la principal fuente de la que hace uso en la actualidad para proveerse de tan codiciado bien: el agotamiento de los Pozos de Bernal. Se trata esta de una fuente limitada, cuyo vaciamiento traerá consigo problemas medioambientales y económicos, y supondrá privar a generaciones futuras de un legado que no nos pertenece.

¿Cuál es la solución que se nos ofrece? Revertir la ecuación, de manera que la mayoría del agua provenga de la desaladora y en menor porcentaje de los pozos, relegando estos a un segundo plano para permitir su regeneración y poder disponer de ellos en caso de que se produzcan averías en la instalación de la planta o para el caso de que se produzcan situaciones de urgencia o de necesidad en el futuro.

Inevitablemente esta medida conlleva un aumento del coste en la factura que soporta el sufrido contribuyente, pero no deja de ser un inconveniente necesario para ayudar a conservar el medioambiente.

Además no podemos obviar que los almerienses disfrutamos, en comparación con otras capitales andaluzas, de uno de los precios más baratos en la factura del agua, siendo, curiosamente, una de las zonas más áridas de España.

Ante esta tesitura, tenemos dos opciones: una, que el almeriense permanezca en la ignorancia, haciendo caso omiso a este problema esperando a que alguien de fuera nos lo resuelva mientras se agotan los pozos. O dos, explicar el problema, plantarle cara y ser consecuentes con el medio ambiente. Ustedes escogen. Pero lo que no tiene sentido es que manifestemos estar comprometidos con la naturaleza y obviemos el problema medioambiental que más afecta a una tierra como la nuestra.

Es hora de ser valientes y de apostar por lo que constituye una inversión para nuestro futuro y el de nuestros hijos.