Carta del Director/Luz de cobre

El agua como motivo de confrontación

Convertir el agua en un motivo de enfrentamiento político con la intención de ganar votos no renta

Magnificar todo aquello que nos separa ha sido siempre rentable para quienes cuya mirada no va más allá de un palmo de su nariz. Los conflictos entre provincias aúnan intereses dispares y los convierten en confluentes, en la misma medida que te rascan el bolsillo o ves peligrar un supuesto bienestar que no existe, pero que de tanto como se pregona acaba calando como la lluvia fina: hasta los huesos.

Hace unos días se escenificó en la provincia de Almería una cumbre por el agua, en defensa del trasvase Tajo-Segura, a la que acudieron los presidentes de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla y el de Murcia, Fernando López Miras. A ella, supuestamente, también estaba invitado el de Valencia, Ximo Puig, que de forma amable declinó la llamada, hizo una larga cambiada, y salió como pudo de la embestida del morlaco, pidiendo no hacer del agua un motivo de confrontación política.

Y tiene razón, aunque el argumento no es tan simple como para limitarlo a una frase facilona, previsible y con la que todos, con seguridad sin excepción, podemos estar de acuerdo. Lo que ocurre es que detrás de las palabras nos encontramos con una serie de connotaciones más complejas, más tela de araña y más madeja difícil de hilar en un ovillo de lana fina o de hectómetros del Tajo al Segura para regar las vegas del levante y continuar con nuestro futuro y desarrollo.

Convertir el agua en motivo de enfrentamiento político, con la intención de ganar votos no renta. Y no lo hará al Partido Popular de Murcia y Almería defendiendo que el trasvase se mantenga tal cual y tampoco en el PSOE de Valencia, que gobierna la comunidad. Porque no se trata de conocer quién o quienes van más allá o están más cerca de los intereses de los agricultores. Lo que está por dilucidar es cómo se usa el agua de forma más racional; quién o quiénes han sido capaces de obtener el máximo rendimiento con el menor gasto posible y, sobre todo, de consensuar que los caudales sean repartidos acorde con las necesidades, sin ir más allá en conceptos que nos dividan como pueblo para rentar en beneficio de unos pocos.

Almería, Murcia y Valencia necesitan agua. Nadie lo duda. Pero del mismo modo hay que buscar las condiciones para que las comarcas más deprimidas de las que parte el trasvase tengan garantizado el caudal que les permita avanzar en un desarrollo que hasta ahora no ha sido posible. Y, claro está, siempre bajo el paraguas de la sostenibilidad ambiental. No creo que el camino o la solución vaya por crear tensiones innecesarias. Si abogo por aunar criterios y por avanzar en soluciones de consenso. Y dicho esto, caminemos en la senda de buscar alternativas propias, en las que no dependamos de otros. Y esas pasan por la desalación y por desbloquear proyectos como Villaricos, congelado.

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