La alienación que no cesa

Dicen, cuentan, afirman, que el marxismo es una especie de reliquia histórica, que no sirve como instrumento político

Dicen, cuentan, afirman, que el marxismo es una especie de reliquia histórica, que no sirve como instrumento político. Puede ser, aunque ignoro qué conocimientos tienen de la teoría marxista los que lo afirman. Quizá hayan visto las pastas del libro de Marta Hartnecker y poco más. Hay muchos aspectos en la praxis política de algunos llamados marxistas que deba no ya ser revisada, sino desterrada. Pero eso no tiene por qué incluir elementos esenciales para el análisis de las relaciones sociales en general, y de las económicas en particular. Pienso que el uso de la dialéctica para interpretar y predecir la historia es uno de ellos. Pero algo más cercano es el concepto de "alienación". Se ha utilizado en muchos contextos, referido sobre todo a la alienación ideológica, en cuanto describe el resultado de la manipulación informativa que hace asumir como propios conceptos o ideas que son una falsa representación de la realidad. Ahora bien, siendo una alienación que puede parecer algo etéreo, nos permite introducirnos en otro tipo de alienación mucho más cercano: la económica. Hablaba Marx de esa penosa situación de los trabajadores en la que se les arrebataba el fruto de su trabajo impidiéndoles decidir sobre el mismo. A esto se le añadía la plusvalía que era el valor de la mercancía que sobrepasaba a los costes de producción y del que también se desposeía al trabajador. En nada ha cambiado la situación actual. Ni la alienación ideológica, muy potenciada por los medios de comunicación y las redes sociales (¡qué cruz!), ni la alineación económica. Pongo un ejemplo de esto último. He recogido mis almendras; las he preparado y las he enviado a la cooperativa. ¿Y ahora qué? No sé qué pasará con ellas. Ni el precio al que se pagan ni nada que se le parezca. Solo puedo esperar qué es lo que decide eso que llaman "mercado", que si suben que si bajan. En ese contexto no cuenta ninguna consideración puramente económica como son los costes de producción, que quizá en algunos ámbitos pueden ser decisivos, ni de las repercusiones que pueda tener sobre la vida de los productores. Es claro que lo dicho en este caso de mis pobres almendras es aplicable a casi todos los productos agrícolas. ¿Qué decir del tan traído y llevado y no solucionado asunto del aceite de oliva? O de los tomates o las berenjenas. Recibimos "lo que quieran dar". Y no podemos hacer nada. Pura alienación económica.

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