Como todos los años por Navidad me gusta dedicar un artículo a mi amigo Nico, Nico es un indigente que tiene por hogar una céntrica calle de Almeria, por asiento una caja de cartón y por respaldo una pared, tiene por compañero a su perro y la lectura de un libro, por profesión, la de pobre de solemnidad, no forma parte de esas personas que se dan tantos abrazos por Navidad, como zancadillas se ponen el resto del año. Este dos mil veinte ha sido un año aciago, caracterizado por la crisis del covid 19 que se ha llevado muchas almas por delante dejando un terrible recuerdo. Pero además hay muchas cuestiones que preocupan a los españoles, entre ellas la manera como se barajado la pandemia por un gobierno que conduce a España hacia un destino turbio. Todos hemos vivido los enfrentamientos entre gobierno y comunidades autónomas, sobre todo la comunidad de Madrid y su presidenta Isabel Ayuso, pero aun han sido más descarados los protagonizados por el señor Iglesias, que ha mantenido tensas decisiones con sus propios colegas, convirtiéndose en un predicador de la causa republicana a modo de nostradamus, marcándole una deriva al presidente que ha dado al traste con unos presupuestos generales caracterizados con el sello de Esquerra Republicana de Cataluña, cuyo diputado, Gabriel Rufián es líder en soez e insultos del Congreso y Arnaldo Otegui coordinador general de Euskal Herria con un pasado poco decoroso y acusado en el caso Bateragune por el intento de reconstruir Batasuna, siguiendo instrucciones de ETA; pero como decía Quevedo, "No nos quedan pocas causas que llorar"; que habrán sido de esos tres mil millones prometidos a las áreas municipales, que no solo no han llegado, ni se les espera, es probable que hayan formado parte del pequeño presupuesto que España ha dedicado a condonar, y que no ha pasado de un dos por ciento. España va camino del Viacrucis, de conocimiento astutos; tenemos que cambiar el rumbo, aprender a tomar decisiones, a poner en práctica una sociedad del aprendizaje, de lo contrario, como dice el filósofo J.A. Marina, "Nos convertiremos en el bar de copas de Europa". Tenemos que repensar España, o de lo contrario no solo perderemos nuestra lengua vehicular, también terminaremos aceptando el lenguaje inclusivo, y lo que es más grave seguiremos recibiendo cartas de militares amenazando la democracia. Y es que esta España mía, ya no es la España de sabor a caña, que cantaba Cecilia.

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