Estos 40 años que han pasado desde el referéndum para la autonomía de Andalucía se cuentan como una epopeya. Pero en realidad la proeza fue la transición, de la que forma parte aquella consulta a los andaluces que rompió el diseño constitucional de regiones de primera y de segunda. Esta semana en Málaga el expresidente Rodríguez Borbolla y el catedrático Ruiz Robledo lo han explicado desde ópticas distintas en una conferencia. Hoy todas las comunidades autónomas tienen las mismas competencias por aquel 28 de febrero andaluz. Todas, no. La vasca y navarra tienen además un privilegio fiscal por el que prácticamente no contribuyen a las arcas del estado.

Los 40 años son una buena unidad de medida de los últimos dos siglos de historia de España. Lo que hay de la primera a la última guerra carlista, lo que media entre la pérdida de Cuba y Filipinas y la guerra civil, lo que duró la dictadura franquista, el período luminoso de la Constitución del 78, desde su aprobación hasta la crisis del 2008. Se puede hacer un balance acreditado. Han sido 40 años de mucho, pero insuficientes. De mucho, porque en los años de autonomía Andalucía ha pasado de un PIB per cápita de 3.500 euros a 19.000. Pero insuficientes, porque España ha hecho lo mismo; en 1982 estábamos en el 75,4% del PIB nacional y ahora en el 74,2%.

Todas las autonomías españolas han progresado de manera similar; incluso las regiones portuguesas vecinas han avanzado más en algún momento. No cabe la autocomplacencia. Hemos pasado del analfabetismo a la plena escolarización y tenemos un sistema público de salud universal, al que ahora le pedimos más de lo que puede dar; pero seguimos en el furgón de cola del desarrollo español. Sigue siendo realidad lo que Antonio Burgos escribió hace medio siglo en su admirable ensayo Andalucía, ¿tercer mundo?: alguien en el Ateneo de Madrid dijo que España estaba dividida en ricos y pobres y Valle-Inclán puntualizó, "por el Tajo".

Como espíritu de la transición, Borbolla citó en Málaga la canción de Jarcha Libertad sin ira, que es de 1976, cuatro años antes del referéndum, "guárdate tu miedo y tu ira, porque hay libertad". El ex presidente con nostalgia del consenso fundacional de la democracia española hizo el contraste con el ciclo político actual. Los miedos han sustituido el pensamiento por eslóganes populistas, y la ira hace que los proyectos sociales sean desbancados por el señalamiento del enemigo y la mirada al futuro sea reemplazada por ajustes de cuentas con el pasado.

La efemérides de 40 años debería servir para examinar que hemos hecho mal en este tiempo y si sigue siendo válido el principio de mientras más autonomía, mejor. Pero eso no devalúa que el Día de Andalucía sea una fecha señalada: la victoria de un territorio contra los poderes centrales del estado, en un referéndum que se le ganó a un gobierno que quería perderlo.

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