1939 Marzo 29 El Desfile de La Victoria. El Sol luce con esplendor, Los Legionarios pavonean su arrogancia. Ese día, Falange se apoderaba del periódico Diario de Almería. Se inicia la publicación de "El Yugo" órgano de Falange. En los años sesenta, Franco difumina el fascismo de su régimen, se le denomina "La Voz de Almería" Mi Padre Juan Martínez, con olfato comercial, publicaba El Diario de Almería, desde 1925, periódico "Independiente" para que lo comprase la gente de todo signo político. Durante La Guerra Civil los Marxistas se incautaron del periódico. Mostraron "Solidaridad Humana" dando a mi padre mensualmente 600 pesetas para que viviese con dignidad. En 1939 Los Falangistas, no solo arrojaron mi familia a la más absoluta miseria sino que cuando Franco deba plazos para reclamar las empresas incautadas mi padre era detenido y "retenido" en la Comisaria de Policía hasta que el plazo expiraba. El tercer plazo duró 3 meses. A mi padre le dijeron "Don Juan no sea usted cabezón". Mi padre aprendió la lección. Para inspirar piedad vestía con su ropa más vieja y sucia, manchada a posta, era una imagen de miseria.Para sobrevivir importábamos vino fino en garrafas, lo embotellábamos en medias botellas que recogíamos de los bares y lo vendíamos a las casas de putas de Las Perchas, situadas a la espalda de La Plaza Vieja, hoy desaparecidas. Yo con 14 años entregaba la mercancía y cobraba las facturas. Me conocían todas las putas de Almería, conmigo eran muy amables, incluso cariñosas, siempre castas y correctas. Comprendía la miseria en que vivían. No eran Call Girls, eran víctimas del hambre. Yo vivía en La Dicha, la última calle decente. En la esquina vivía Antonia, mujer joven, espléndida, fresca, noble, era "mantenida", la visitaba, un señor con aire de terrateniente. Posiblemente un "abuso de Señor" Ella me invitaba a bailar en su casa, siempre bailé bien, y me ofrecía cigarrillos situados entre sus dos espléndidos "encantos". Yo, tímido siempre, incluso hoy, no supe mover ficha, ella tampoco, nuestra relación fue siempre coreográfica. Años más tarde me dijo que le hubiese gustado seducirme, yo era muy guapo, pero que no se atrevió por respeto a mi padre. ¡Que error y que pena!. La recuerdo con ternura y con tristeza porque, a pesar de tener una hija menor, acabó suicidándose. He visitado esa zona recientemente, el panorama es desolador, la casa, frente a la mía, donde vivía Lola, tísica a causa del hambre, no existe. La casa de Antonia tampoco. Han desaparecido las casas pero no La tragedia. ¡La Imagen del dolor es imborrable!

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