Sapere Aude

Juan Fernández Gómez

El apeo de las canteras de Macael

Macael, contaba con unas setenta hectáreas de regadío y cultivo, mientras que de secano había setecientas

Después de las Capitulaciones, una vez que se venció a los moriscos, quedaron desérticos muchos territorios, de los cuales, el cabildo no controlaba, y que fueron tomados por los vecinos como terrenos comunales. A partir de este momento se procedió a la repoblación con gente que en su mayoría procedía del Levante, Albacete y Murcia; conservándose los límites territoriales, amojonamientos e infraestructuras existentes que tenían los musulmanes, estando formado por un territorio de varios núcleos, siendo uno de ellos, al que se consideraba centro municipal (taha); en estos repartos no faltaron conflictos ni desacuerdos en los amojonamientos de los términos de Macael con Baza y Laroya. En todo momento se conservaron las formas existentes, así; Macael, contaba con unas setenta hectáreas de regadío y cultivo, mientras que de secano había setecientas; Las tierras eran yermas y en su mayoría desérticas y áridas, muy difícil de ponerlas en producción y depender de ellas, para ello, y con el objeto de crear el menor estrago posible fueron dictando normas al uso, tal como dice en su libro José Gonzalez Alcantud: "De manera que vayan siempre en creciendo y no venga a disminución", además era el único medio de supervivencia y en aquel tiempo la única alternativa que existía era la ganadería y no se puede decir que fuese muy boyante. Llegado el siglo XIX, las Cortes de Cádiz, decretan el cuatro de enero de 1813, el repartimiento y venta de todos los terrenos baldíos, realengos, de propios y arbitrios, exceptuando solo los ejidos de aprovechamiento comunal, situados a la salida de los pueblos y utilizados generalmente por el ganado; fue notable la resistencia a esas ventas, aunque no se sabe lo que paso en Macael, y aunque los cabildos fueron presionados por los gobernadores, los bienes comunales, asimilados o no, a propios no fueron vendidos. Refiriéndonos al tema de las canteras de Filabres, diremos que oficio de cantero era escaso, según las crónicas de la época; en ese momento no se contaba con más de nueve personas dedicadas a la cantera, y además intuimos, que había una intención de camuflar la profesión de cantero entre las demás, de hecho el catastro de Ensenada recogía a los oficios de una forma general, y como hemos dicho, la mayoría de los oficios eran los dedicados al pastoreo o a la agricultura, por lo que se mantenía la afirmación siguiente: "Las tierras que sean aprovechables para dehesas boyales y ejidos se harán para beneficio de todos y se dará orden por el Concejo".

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