Reflejos

Francisco Bautista

El aprendizaje de los alumnos

El istema Educativo actual ha cambiado sus planteamientos metodológicos respecto a las técnicas de enseñanza y aprendizaje. Durante el siglo veinte la preocupación pedagógica principal estaba centrada en cómo enseñar, cuál es la mejor manera de exponer los conocimientos, cómo hacerlos más atractivos para su adquisición. Se estudiaban perfiles psicológicos del alumnado, medios tecnológicos de presentación, influencias sociales y entornos familiares, o metodologías facilitadoras. Pero en estos últimos años, llevamos varias décadas ya, cada vez toma más fuerza cambiar la visión de la tecnología del aprendizaje hacia cómo aprenden los alumnos, cuáles son sus características psiconeuronales que influyen en su percepción. Se ha pasado desde el punto único hacia el cual se dirigía la divergencia de intereses del alumnado, a la variedad de opciones de formación, adaptada a las necesidades de cada uno, a su forma de procesar la realidad, de entenderla y asimilarla. Las partes de la enseñanza: exposición, atención, comprensión, asimilación, aplicación y creación o construcción, son utilizadas para definir los diferentes tipos de aprendizajes, ofreciendo al profesor la manera de enseñar de acuerdo a cada una de la forma clasificada de procesar el conocimiento. En la construcción del conocimiento se pasa de la simple acumulación de recuerdos fugaces, borrosos y mezclados, tras la percepción primera, a una ordenación de éstos, pasando a su entendimiento, para ser depositados en el entramado mental, que se va tejiendo y ampliando como una red. Con la práctica va tomando volumen cada vez más complejo en ciertas zonas, en otras se engrosa los cordajes, y en algunos se debilitan o deshacen. Es una estructura intelectual que va tomando consistencia, siendo tamizado todo nuevo concepto elaborado por esta retícula de ideas, valores y sentimientos, y a partir de ahí pasar a ser utilizado como material de crecimiento, o expulsado. En este proceso se llega a un momento en que la estructura intelectual del pensamiento se hace autónoma, generando conceptos propios, que la hacen crecer, engrosar y tomar solidez, e incluso evolucionar hacia otra realidad intelectual diferente. De estímulos externos, considerados por la atención, conceptualizados y valorados, se pasa a ideas que se consolidan, expresan y comparten con otros, generando un conocimiento común. Es por lo que no hay que cegarse con la nueva moda de centrar toda la acción en las distintas formas de aprender, sino que primero hay que enseñar cómo se aprende, según la percepción personal de cada individuo.

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