Cuando encaro el teclado da la impresión de que el tan anunciado traspaso de Júnior Firpo al Barcelona está a punto de concretarse. Y como suele ocurrir, un baile de cifras es el adobo de una operación que será muy provechosa para el Betis, sobre todo porque ni a imaginar hace dos veranos que el dominicano malagueño iría a ser tan rentable para el club. Y aquí hay que remontarse a la figura de un hombre esencial en su carrera.

Cuando en ese verano de 2017 a Setién no dejaban de susurrarle que el bueno en esa posición de lateral zurdo que daba la cantera era Redru, el cántabro dijo que muy bien, pero al que cuidó fue a Júnior. Y sólo una inoportuna lesión fibrilar iba a impedir que no empezase la campaña y que se hiciera esperar el debut. Un debut que le llegó en febrero, justamente el lunes 12 en Riazor, con victoria sobre el Deportivo gracias a un gol del enrachado, por aquel entonces, Loren.

Su arranque, aunque no tan deslumbrante como el de Loren, llamó mucho la atención. Es un futbolista que se mete por los ojos y sus carencias en defensa suelen pasar desapercibidas para esos hombres de fútbol que tanto alardean de sus éxitos y tanta sordina les ponen a sus fracasos. Hizo un buen final de temporada, tanto que ya el verano pasado circuló su nombre como objetivo de varios grandes europeos, lo que hizo que el Betis obrase como con Fabián y no como con Ceballos.

Bien blindado y aunque hacer uso de la cláusula no sea lo más inteligente, Júnior va a ser una de las inyecciones que cimenten la economía de un club en crecimiento. Desconozco qué pasará con Lo Celso, pero si ya con Fabián y Pau, las arcas dejaron de gimotear, con lo que den por Júnior puede el Betis ya mirar de frente al mercado y cubrir sus auténticas necesidades. Menos mal que Setién supo apostar por el dominicano y dejar que susurrasen en vano el nombre de Redru.