El artista, el chulo

Esta biografía explica la doble vida del pintor, indagando en su condición de proxeneta

La última y monumental biografía de Michelangelo Caravaggio, escrita por Andrew Graham-Dixon, es de reciente publicación en España. Se trata de la más completa de cuantas se conocen hasta hoy, y lleva por subtítulo "Una vida sagrada y profana". Tras más de una década de investigaciones, ahí están todos los datos conocidos, interpretados con lógica y agudeza, sobre uno de los artistas más influyentes de la historia de Europa. Aparte de la exhaustividad y precisión, Graham intenta dar una respuesta a la enigmática doble vida del personaje. Pintor de culto en la Italia de su tiempo en menos de una década de encargos para las iglesias de Roma, Caravaggio fue también un espadachín pendenciero, cruel y vengativo, que frecuentaba los bajos fondos de la ciudad, un mundo nocturno de violencia y excesos, mendigos y prostitutas, pícaros y chulos desafiantes con un elevado sentido del honor. Caravaggio se pasó media vida encarcelado o huyendo de la justicia, dando puñaladas a unos y batiéndose a espada con otros. Que se sepa, hirió de gravedad a varios hombres y mató a uno, Ranuccio Tomassoni. Muchos de los personajes de este mundo marginal posaban para sus cuadros, concebidos con un crudo y atroz realismo. La aportación más significativa de esta nueva biografía, que vendría a explicar esta doble vida, es la indagación en la muy probable condición de proxeneta del pintor. El 29 de julio de 1605, un joven notario llamado Mario Pasqualone, recién herido por Caravaggio, declara ante un tribunal que "Hace varias noches tuvimos unas palabras a causa de una mujer llamada Lena, que está en la plaza Navona y es una mujer de Michelangelo". Lena era una prostituta que posó para la figura de la virgen en dos obras del pintor, la virgen de Loreto y la de los Palafreneros. Al parecer, Pasqualone no trató adecuadamente a Lena o no le pagó sus servicios, razón por la que Caravaggio intervino, dándole una cuchillada en la nuca, de improviso y por la espalda. Un año después mató a Tomassoni -también proxeneta- en un duelo a espada. El origen de la disputa fue al parecer Fillide Melandroni, una prostituta que había posado para la Santa Catalina -hoy en el Thyssen de Madrid- y habría pasado a ser tutelada por el pintor. Caravaggio encontró a los suyos entre los miserables. Para ganar un cierto liderazgo en ese mundo acabó como proxeneta; podía tener modelos jóvenes sin pagarles y unos ingresos extras.

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