Os ayudo a destruir

En la carretera de Aguadulce, siempre a la espera de nuevas caídas pétreas, en algún lugar que se divisa desde el coche

Empeñome soberbio en ver caída el águila y al fin veré su caída señera y preconstitucional para que no adorne más la portada de la regia y noble Es-cuela de Artes y Oficios. Reconozca el populacho que pasó por allí cien veces cien y que nunca se fijó en la preconstitucional águila pero una vez dirimida y tasada su caída han de fijar sus ojos en el vacío futuro de la pie-dra berroqueña y ahora que pasan otra vez mirar con furia y odio la enseña, señalar con ojos acusadores de ira el símbolo nefasto que antaño adoraron las masas o a ser cierto igualmente pasaron cien veces cien por debajo y nunca se fijaron aunque es posible que estuvieran el día con banda de músi-ca y levita que se erigiera la monumental mole, mascando bajo la boina y los ojos chatos como que ponen un águila que igual ponen cualquier cosa pero se podrían ver personalidades paternales, corbatas, fijador y gafas de concha preconstitucionales. Trajes oscuros y negruzcos que ya sólo están en papel con bordes ribeteados de antiguas fotografías. Alegrome al leer en prensa escrita, que según escuché una vez, siempre es escrita y por tanto redundo, y reproduzco sin más, que la retirada de la antiguamente egregia águila costará sólo 13.700 € y yo me aplicaría en el arte y oficio y a marti-llazos de gusto la retrotraería gratis a la nada constitucional, igualmente de-lante de banda de música y señorías, ahora vestidos de impúdico niki que aplaudirían risueños y congratulados de que ya no haya arte ni oficio berro-queño preconstitucional. Cataloguemos, relacionemos, dediquemos ingentes recursos, lancemos de caza a los audaces buscadores de símbolos, cartogra-fiemos, publiquemos sus coordenadas cartesianas, grafiemos en trípticos, señalemos con dedo acusador el resto de símbolos en despachos creados ad hoc y hagamos noticia del derrumbe de cada símbolo previamente tasado y planificado en publicitario organigrama. Vayamos a ellos con pancartas rui-dosas. Juguemos a encuentra el símbolo. Doy pistas. En la carretera de Aguadulce, otrora Cañarete, siempre a la espera de nuevas caídas pétreas, en algún lugar que se divisa desde el coche. En Santa Fe de Mondújar, una vez rebasado el Ayuntamiento girando a la izquierda en una placetilla en la que buscamos aparcamiento. Y en cientos, miles de sitios ignotos que nos entre-tendrán para el resto de nuestros días, franquicia del juego temático, martillo y cincel de águilas.

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