República de las Letras

Contra sus balas, votos

Tenemos una grave responsabilidad ante nuestros hijos y nietos: no podemos dejarles un mundo peor

Los fachas van siguiendo el manual. Acaban de pasar el capítulo de ataques a las sedes de los partidos de izquierda, el de provocación en los barrios obreros y ahora han pasado el umbral de amenazas de muerte con armas de guerra enviando a Pablo Iglesias, al ministro de Interior y a la directora general de la Guardia Civil sendas cartas conteniendo balas de cetme, el viejo fusil de asalto con el que hicimos instrucción en la mili tantos reclutas forzosos españoles. Siguiendo el manual filo-nazi, cuyo modelo inspirador es Mein Kampf -donde Hitler afirma que el movimiento nazi "depende del fanatismo, si se quiere, de la intolerancia", de la misma forma que el cristianismo triunfó, no debido a sus corrientes filosóficas, sino "al inquebrantable fanatismo con que proclamó y sostuvo su propia doctrina"-, siguiendo, digo, el manual del fascista, lo siguiente son las agresiones personales y lo que otro fascista, éste, español, llamó "la dialéctica de los puños y las pistolas". Y luego osan llamar guerracivilista a la izquierda. Así que ya tenemos el caldo de cultivo, el ambiente necesario para el desarrollo de la estrategia fascista de asalto al poder del Estado. Las generaciones actuales tenemos una grave responsabilidad: parar esto ahora que todavía estamos a tiempo. Y eso se hace con el voto. Para los católicos, nada más anticristiano que la violencia, la xenofobia y el odio que siembran a su paso los fascistas -Cristo solo usó la violencia una vez: contra los mercaderes del templo, precisamente-. Para los intelectuales, nada más repugnante que los equidistantes, que normalizan a los fascistas comparándolos o incluso igualándolos con la izquierda democrática o, peor, callan ante los desmanes de la extrema derecha, como si su odio y su violencia fuese una más de las políticas posibles. Que nadie piense "conmigo no va", porque, como ya ocurrió en España durante el nefasto franquismo, nadie está a salvo en una dictadura fascista, por la sencilla razón de que las libertades, los derechos y la dignidad humana quedan anulados y sólo las clases privilegiadas -es decir, los ricos como March, financiador de Franco, o Ford, financiador de Hitler- pueden vivir con tranquilidad. Ante nuestros hijos y nuestros nietos, todos y todas tenemos una grave responsabilidad: no podemos dejarles un mundo mucho peor que el que ahora tenemos. Contra sus anónimos con balas, votos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios