Esta semana comparten la columna dos cosas que acabo de conocer. No se la dedico entera al bar porque solo he estado una vez y a la gelatina Royal Antiox porque no se lo merece. Aunque anuncia en el envase su capacidad antioxidante, la ausencia de azúcares y la presencia de vitaminas, la realidad es otra hábil manipulación de la industria agroalimentaria para aprovecharse de las nuevas normas y modas retorciendo la realidad. Veamos algunos datos tomados de un estudio de la nutróloga Beatriz Robles: es casi todo agua con un 1,9 % de gelatina. El resto de los ingredientes son aditivos y aromas, un poco de sal (¿para qué?) y vitaminas. Aunque la palabra "arándano" está destacada en colores y con una fotografía, no contiene arándanos sino aromas artificiales. Tiene vitaminas E y D añadidas -lo que le permite al fabricante decir que es "antioxidante"- pero en cantidades ridículas: tiene la misma vitamina E que 5 g de pipas de girasol o 10 g de aceite de oliva, y la misma cantidad de vitamina D que medio langostino; una latilla de atún tiene veinte veces más vitamina D y un huevo, diez veces más. El sabor dulce de esta gelatina lo aportan los edulcorantes. Por cierto, destacan la estevia, pero lleva mucho más martitol. Eso sí, como tiene pocas calorías y nada de grasa, el famoso semáforo nutricional le permite la máxima calificación: "A" verde. Es un engaño legal. Y, como dice la autora del estudio, "absolutamente prescindible": con unos céntimos de gelatina en polvo o en hojas y un puñado de fruta se hace usted una gelatina en cinco minutos. Eso sí, no en zumo sino triturada porque así tendrá todas las vitaminas de la fruta, sus minerales y abundante fibra.
El bar en cuestión se llama The Mad Bar y está en la punta arriba de la calle de Jovellanos, en un local que ha soportado en pocos años varias aventuras hosteleras a cual más desastrosa. Ahora ofrecen una cocina propia y original, productos de buena calidad en general y una lista de vinos corta pero de nivel superior a lo habitual en estos lares -como champán Bollinger o PSI de Peter Sissek-, incluidos buenos vinos por copas. No profundizo, repito, porque solo he probado cuatro o cinco de sus tapas y el rico vino blanco que tienen para chateo. Echo de menos los fabulosos vinos de Jerez, que siguen despreciados por la inmensa mayoría de la hostelería española.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios