La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

No basta abrir los brazos

La integración conduce a la catástrofe cuando se hace entre las clases más precarias y los barrios más desfavorecidos

La inmigración africana plantea complejos retos en origen: contraste entre subdesarrollo y riquezas naturales, herencia de la colonización y la aún peor descolonización, regímenes belicistas y corruptos, penetración del fundamentalismo islámico, abismo entre los países africanos ricos y pobres y entre clases favorecidas y empobrecidas en los primeros, neocolonialismo chino... Plantea la dramática cuestión de la huida a Europa a través del Mediterráneo. Plantea el problema -ante el que la UE es incapaz de reaccionar- del rescate, recepción e integración de los migrantes. Y plantea el problema de la respuesta de los sectores más vulnerables entre los que los inmigrantes se establecen.

Les propongo como reflexión sobre las dos últimas cuestiones estas palabras de la inteligentemente incómoda Hannah Arendt sobre las políticas de integración en el Nueva York de 1970: "La integración conduce a la catástrofe cuando se lleva a cabo (…) entre los trabajadores que pertenecen a la capa más baja de la clase media; y esto no solo ocurre porque sea particularmente reaccionaria, sino también porque creen, no sin cierta razón, que todas las reformas relacionadas con la cuestión negra se realizan a su costa. (…) Si un sector de la ciudad se convierte en negro debido a la política de integración, el resultado es que las calles se degradan, las escuelas se descuidan [los niños permanecen en ellas durante doce años sin apenas aprender a leer y escribir], el vecindario se convierte en suburbio. Los principales afectados, aparte de los propios negros, son los italianos, irlandeses, polacos y otros grupos que no son lo suficientemente ricos como para poder mudarse o enviar a sus hijos a escuelas privadas. (…) Lo que irrita especialmente a estas personas es el hecho de que los liberales de clase media hayan aprobado leyes cuyas consecuencias no padecen. Los liberales exigen la integración de las escuelas públicas (…) y la integración forzosa de los barrios, pero al mismo tiempo envían sus hijos a las escuelas privadas y se mudan a las afueras, algo que solo aquellos con un cierto nivel de ingresos se pueden permitir" (texto completo en La última entrevista, Página Indómita). Lo considero importante para reflexionar sin hipocresía. Porque no sólo se trata de abrir los brazos (Open Arms) sino de integrar dignamente sin agravar las condiciones de vida de los "nativos" más vulnerables.

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