Los berridos de Carmina

El novelero éxodo rural de algunos urbanistas compungidos está falto de una acomodación sensata

Aunque resulta malsonante, el rango de las gilipolleces es variopinto. A ver, una laboriosa familia asturiana ha tenido la contrariedad de recibir una multa de trescientos euros porque, hace más de un año, cuando hubo de ser destetada, la ternera Carmina berreaba intensamente, tras ser sacrificada su madre ante el sufrimiento que de continuo tenía por problemas en sus patas. Un recién llegado al pueblo -sin decir esa cursilería de "nómada digital", ni esta otra de "converso arcádico"- no soportaba los berridos con los que, durante no mucho tiempo, le ternera Carmina manifestaba su duelo y orfandad, además de la falta de las ubres maternas. Hubo de desplegarse, por ello, una comprobación de la intensidad acústica con la medida de los decibelios de los berridos, que superaban el límite máximo permitido. En fin, la familia ganadera, aunque considere ridículo justificar los mugidos de una vaca, acudirá a las circunstancias atenuantes, en el correspondiente recurso a la multa, dada la entonces coyuntural y penosa situación de Carmina. Si las nuevas mediciones no registran más decibelios de los tolerados, adaptada ya la vaca a su estado más natural, la sanción será retirada y, si acaso, podría regalarse un preventivo estuche de tapones al nuevo vecino de un entorno rural que no puede asimilarse a una urbanización sin las incomodidades y los efectos de la gran ciudad. Parecidas situaciones se han verificado con el temprano y brioso cantar de los gallos, o con el marcado horario de las campanas que con sus toques jalonan las horas de los días y las noches, sin que a los vecinos de siempre -no a los llegados, entre otras razones, por la novelería- les haya ocasionado perturbaciones el habitual discurrir de las jornadas con todas las cuitas rurales. La inculturación, entendida con el proceso que lleva a la integración de un individuo o de un grupo en la cultura y la sociedad con las que entra en contacto, no suele resultar sencilla, pero por causas más sustantivas que los berridos de una ternera. Y los aculturados llegan a incorporar los elementos culturales de otro grupo. Pero, en el novelero éxodo rural de algunos urbanitas compungidos, más parece primar la supremacía de sus descolocadas pretensiones que una acomodación sensata.

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