El callejón del gato

Los bous al carrer

Se trata de una vieja tradición y las tradiciones hay que respetarlas

Leo la noticia de que un hombre de 80 años ha fallecido en un hospital de la comunidad Valenciana a consecuencia de una embestida por una vaquilla en un festejo de "bous al carrer" celebrado en Canet de Berenguer, según han confirmado fuentes de la consejería de sanidad. El nombre de la víctima ni siquiera se cita, es uno de tantos de los que se juegan la vida corriendo delante de los toros en esas fiestas valencianas. No se trata de un caso aislado ya que antes que él, han sido siete los que han corrido la misma suerte celebrando el tradicional espectáculo callejero de los "bous al carrer". Ocho muertos sin nombre ni apellidos como si se tratara del tributo que hay que pagar para la celebración de un festejo taurino en el que jugarse la vida forma parte de la diversión. Sabemos cuántos son los fallecidos, puesto que su mención es inevitable, pero de los posibles heridos no se tiene la menor noticia. Se dice, sin darle mayor importancia a la cosa, que en este año han habido más de 300 incidentes por traumatismos. Las rupturas de huesos, torceduras de tobillos, las cornadas, o lo que resulte cuando vemos a un toro pasando por encima del cuerpo de un participante, son escenas que le dan intriga y emoción a la fiesta. Si esas carreras con hombres mezclados con toros, callejeando por medio de la ciudad, en lugar de celebrarse en un estado de la Comunidad Europea, las viésemos en cualquiera de los países a los que etiquetamos como del tercer mundo, y un alcalde valenciano tuviera la idea de copiarlas para animar las fiestas del pueblo, no tengo la menor duda de que pensaríamos que había perdido la olla. Pero es lo que tienen las tradiciones. Se trata de una vieja tradición y las tradiciones hay que respetarlas. Este año, no obstante, los ocho muertos sin nombre, han despertado algunas conciencias y se ha abierto un debate sobre el futuro de los "bous al carrer". Pero nadie se atreve a ponerle los cascabeles al gato. La vicepresidenta de la Generalitat, Aitana Más, dejó en manos de los ayuntamientos cualquier decisión sobre el futuro de unos peligrosos festejos taurinos. Y es difícil que los alcaldes, asumiendo la competencia, supriman la fiesta dando lugar a que sus paisanos le vuelvan la espalda. La tradición es una cuestión sentimental y vivimos unos tiempos en los que los sentimientos prevalecen sobre la razón. Cualquiera se atreve a romper con una tradición que pertenece al pueblo como si de su alma se tratara.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios