De buenos y malos

Pienso que prolongar el confinamiento no es la decisión de un sádico, sino la respuesta a una situación crítica

Se daba en los colegios y en los institutos. En la cultura interna de cada centro existía esa catalogación de los profesores, que pasaba de generación en generación, y que salía a la luz sobre todo a principios de curso cuando se preguntaban unos a otros: "¿Y quién te ha tocado en mates (por ejemplo) ?".La pregunta venía seguida de aquella valoración según la cual uno era un "hueso" y el otro era un ""mogollón". Generalmente los criterios usados eran la facilidad para aprobar con unos y la dificultad con otros, o el que hicieran la "vista gorda" en clases, exámenes o recreos, o que no dejaran pasar ni una. Claro que, abandonado el instituto, ¿qué profesor permanecía más en el cariño de los alumnos? Me vienen estos recuerdos cuando me detengo a examinar las acciones y las reacciones con la cuestión de la desescalada. En principio no estoy interesado en lo que dicen o sienten los ciudadanos sino en las posiciones que están adoptando dirigentes y medios de comunicación. Unos apuestan por acelerar la vuelta a la normalidad. Otros, precisamente los que tienen que asumir la responsabilidad de las decisiones, se muestran cautos. Aquellos, quizá considerando que la pandemia es cosa superada, presionan para eliminar lo que con un lenguaje lamentable consideran un "encarcelamiento", un dejarnos sin recreo; dicen que como no somos culpables de nada, no es cuestión de seguir castigados de cara a la pared. Los segundos, que no confían nada en el deblilitamiento del virus, quieren olvidar el pedal del acelerador y prefieren que las cosas avancen con cierta inercia. Los primeros proponen cosas que me agradan, que me gustan. Las propuestas de los segundos van contra mi inclinación. A primera vista, hay buenos y los hay malos. En principio es fácil decantarse. Como los alumnos a principio de curso. Pero quizá haya un sí es no es de infantiloide y caprichoso en esa decisión. Quizá también peque de cortedad de miras. Y por supuesto que adolece de cualquier rasgo de generosidad o de altruísmo. Pero es que ni siquiera muestra una pizca de egoísmo, al menos si pensamos que son egoístas los que buscan el propio bien. ¿Y será el propio bien correr el riesgo de sucumbir "pasado mañana" por salir antes a tomar el sol? Pienso que prolongar el confinamiento no es la decisión de un sádico, sino la respuesta a una situación crítica que, aunque no sea la única posible, está demostrando que es efectiva. Tenemos la piel muy fina con los procedimientos.

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