A son de Mar

Inmaculada urán/ Javier Fornieles

Los buitres y el chivo

Las ojeras, los ojos convertidos en cavernas, muestran que no lo está pasando bien

El otro día el presidente conjuraba el sacrificio y la moral de victoria. Son palabras bélicas. Y ya se sabe que la primera víctima, en todas las guerras, es la verdad. Precisamente, en estas lides de torear las informaciones nuestro personaje favorito ha sido Fernando Simón. El experto convoca al país para decirle obviedades como que los afectados deben permanecer en sus casas. Maneja las estadísticas como quien hace juegos malabares. Cuando los gráficos suben, resultan que bajan y todos los datos -el número de contagiados, de ingresados y hasta de muertos-, todos carecen del mínimo rigor. Las vaguedades salen por su boca con una facilidad que los oráculos envidiarían: "Podemos pensar, hasta cierto punto, no se puede negar, aunque sí que es cierto, sabemos que los datos no son exactos, no me atrevería a decir, no debemos concluir". Lo oímos y de niño lo imaginamos con el Quijote en las manos leyendo fascinado aquello de "la razón de la sinrazón que a mi razón se hace". Un aire de farsa rodea ya sus palabras. No debe extrañarnos. En la tragedia el humor y el drama se mezclan: el bufón es un personaje indispensable en las obras de Shakespeare.

Algunos ministros indican que ellos solo han seguido las recomendaciones de los técnicos. Se les olvida decir que son ellos los que eligen a los técnicos y que estos, como buenos cortesanos, afirman una cosa y la contraria, y son expertos sobre todo en adivinar lo que el gobernante quiere oír. En realidad, en esta cuestión partimos de un error de base. Simón no es un técnico; actúa estos meses como político disfrazado de técnico. Puede argumentar que su deber es dar esperanza, trasmitir una parte solo de la información. Lo aceptamos. Pero debe intervenir entonces como político, sin el disfraz de experto epidemiólogo.

Quizás seamos muy duros con él. Las ojeras, los ojos convertidos en cavernas, muestran que no lo está pasando bien. Y no deja de ser un chivo expiatorio. Pero necesitamos fiabilidad. Al experto le pedimos conocimiento y no que venda solo humo. No estamos ahora para más trucos baratos de comunicación y es él quien debe poner fin a esta grotesca representación. Haría mejor en no mirar la curva de las gráficas y en fijarse más en la curva del pico de los buitres que lo mandan cada día al matadero para ver cómo se achicharra.

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