La burra y el trigo

Cuándo no es fiesta en España, cuándo no es carnaval. Sombrías predicciones de lutos monetarios

Al principio dijo haya luz, y hubo luz. Lo primero que hicieron los hombres cuando decretaron la apertura de las terrazas de los bares (recuerdo que al principio solo fueron las terrazas) fue celebrar fiestas orgiásticas con conglomerados de personas y tumultos con policía interrumpiendo incluida y por supuesto noticiarios. Grandes comilonas de celebración de la nueva buena con cada uno viniendo de su padre y de su madre. Y por supuesto sin mascarilla porque existía/existe la bula barística que permite que todo el mundo que por la calle y a bastante distancia unos de otros debe ir con mascarilla legislada, a menos de medio metro y sin relación familiar pueda estar sin ella dentro del bar, cafetería y restaurante. Y con la nueva normalidad debajo del brazo como si fuera una baguette ramplonamente se sientan los zagales a desayunar todos cerca unos de otros, sin ningún tipo o vinculo y esparcir sus microorganismos unos a otros y a voz en grito sus opiniones para que se entere todo el bar, toda la vecindad y todo el municipio. Y toda la provincia si me apuras. En los bares e ingenuamente ponen muy separadas las mesas para que en una de cuatro se pongan alrededor ocho y hasta choquen con las sillas con la siguiente. Habilitada la bula papal de los bares y restaurantes y esto que digo desde el minuto cero de la fase X luego a la hora del telediario de toda la vida todo el mundo se sorprende de que estemos otra vez al cabo de la calle, al cabo de cerrar la hostelería, que me temo que será un cierre definitivo y colapso del sistema que se autoinmola en el vórtice de la inexplicable vida social del español. Inextricable, insostenible, inexpugnable, insustituible. O Simplemente suicida. Que nos quiten lo bailao, el veranito y ahora viene lo bueno, las navidades. Que no es Papá Noel tocando la campana si no más bares y más cenas, cena de empresas, de los amigos, de los compadres, de los cuñados, de la familia en el vil derroche sin villancicos y con miles de bombillas que se están apagando antes de encenderse. Que en vez de colgarse cada vez más pronto se están descolgando de los carteles del festejo contínuo inmisericorde con el hormiguero de personas que siempre atestan todo. Cuándo no es fiesta en España, cuándo no es carnaval. Sombrías predicciones de lutos monetarios. Pero no pasa nada, siempre nos quedará el recurso de echar la culpa al gobierno, y a los demás.

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