Se está montando una pajarraca más que regular contra el intento de regular las terrazas bareras por parte de la Junta de Andalucía. Los hosteleros amenazan con cerrar las terrazas y los vecinos del centro de la capital pensamos que no caerá esa breva. El asunto es que se va a aplicar ya una regulación del pasado agosto que pretende conciliar la actividad empresarial con el derecho a conciliar el sueño de los "privilegiados" habitantes del centro. La bronca, de todas formas, no es entre bares y vecinos, sino entre el Ayuntamiento y la Junta. Se ve, una vez más, que el consistorio capitalino defiende a los hosteleros contra vecinos y Junta, como se viene demostrando con el reiterado incumplimiento, no ya de las normas superiores, sino de sus propias ordenanzas (prevaricación llaman los juristas a esa figura): no se cumplen los ya de por si laxos horarios; la ocupación del espacio público, según la ordenanza de 2012, no puede superar el 50 %; no se cumple la prohibición de fijar elementos a las aceras; no se cumple la obligación de tener a la vista del público la licencia municipal y el plano de las mesas autorizadas. Y lo que menos se cumple es el decreto de zona saturada. Ahora dicen que la van a ampliar hasta la parte de arriba de la calle Jovellanos. ¿Para qué?, si desde la calle del Arco hasta la de Marín no queda ya local donde poner un bar, salvo el convento y la iglesia de las Claras (¡menudo "resort" se puede montar en semejante "marco incomparable"!). Y además, desde que se estableció la actual zona saturada, hace como una década, se han montado numerosos bares con sus terrazas ocupando hasta el noventa por ciento del espacio público. El último, por ahora, se abrió la semana pasada en la esquina de Padre Luque con Gabriel Callejón. Está rodeado por otros diez bares de tapas y siete discotecas… ¡toma ya zona saturada!

Las grandes ventajas que al parecer obtiene el Ayuntamiento de esta cerrada defensa de las terrazas deben ser los votos de los propietarios hosteleros. Porque lo que es la aprobación de vecinos y currantes de los bares la vemos más difícil. Los vecinos por el coñazo que les dan y los empleados por los elevadísimos sueldos que perciben y las pocas horas que trabajan: contratos de media jornada y jornadas de diez horas. Empleo de calidad se llama la figura. Y encima la inmensa mayoría de las empresas cotizan por módulos: les sale un porcentaje sobre facturación inferior al de las castañeras.

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