Desde el Parque Nicolás Salmerón, desde la Fuente de los Peces de Perceval hasta la calle Jovellanos, se encuentra una de las calles más importantes del casco histórico: la Calle Real.La calle se traza sobre una especie de barranco que recogía las aguas que bajaban del Cerro de San Cristóbal, y que se fue rodeando de casas.

En la explanada que hay entre el parque y el comienzo de la Calle real se encontraba la Puerta del Mar, una puerta con tres arcos entre columnas.

En esta calle, tanto en la época musulmana, como en la cristiana, se concentraba la actividad comercial y artesana. Los desfiles, cortejos, procesiones, etc., circulaban por ella.Los castellanos le llamaban Calle del Mar, en 1712 Calle de los Mesones, en 1775 Calle Real. También se conocía como calle Real de la Cárcel, ya que en ella se encontraba la antigua cárcel.

Este viejo caserón que hacía las veces de cárcel y prisión preventiva albergaba en sus lúgubres calabozos a toda una serie de timadores, rateros y criminales. La cárcel de Almería estaba en unas condiciones pésimas. Construida por Juan Antonio Munar en 1789 el patio de la cárcel ocupaba parte de la antigua bodega "el patio", Actualmente en ese lugar hay un parking. En ella estuvo encerrado el asesino del niño de Gádor "El hombre del saco de Gádor" Suceso que conmocionó a toda España.

Los presos que cumplían condena en esta cárcel salían de permiso y paseaban por los alrededores, incluso se iban a bailar a los bailes de la plaza san Pedro, lo que generaba malestar en los ciudadanos. Se intentó trasladar en varias ocasiones pero estuvo allí hasta principios de siglo. Le llamaban "hotel Caravedan" en plan humor.

La iluminación de la calle Real hasta principios del siglo XVIII, consistía en unos hachones untados en grasa sobre unos soportes de hierro clavado a las paredes que alumbraban tramos de la calle.En 1815 se modernizó este alumbrado, dotando a la calle de farolas que se encendían con aceite de oliva. Se encendían al oscurecer y se apagaban a las diez en invierno y a las once en verano, excepto las noches de luna llena, en las que el alumbrado no era necesario.Las farolas de aceite las apagaban los serenos. Con gorra de plato y capa larga, un farolillo con una vela y una vara larga. Con unas palmas y al grito de "¡sereno!" lo llamaban los que trasnochaban. Va!! Respondía. Decía las horas: ¡las doce en punto y sereno!

En 1864, antes que en otras zonas, se cambia el alumbrado por uno de petróleo y posteriormente en 1884 se sustituyen por unas farolas de gas, instaladas por la compañía francesa de Lebón. Cuando se instala en Almería la primera fábrica de electricidad situada en la calle regocijos e inaugurada en 1890, "La Constancia" se tiende la primera red de distribución eléctrica en la ciudad, y la calle Real fue de las primeras en las que se instaló este nuevo sistema de iluminación.

El primer tramo de la calle real estaba ocupado por fondas, mesones, posadas y hospederías. Los fondak y lonjas de contratación de la Almería musulmana estaban en esta zona. Mesón de Montenegro y Toro, el Mesón de la Alcantarilla. Todos eran mesones de dudosa reputación por lo que cuando algún personaje de importancia visitaba la ciudad se alojaba en algún convento.

En 1783 se construye La Posada del Mar, con patio de entrada con fuente, pilar, abrevadero y cuadras y habitaciones en la segunda planta.Sobre su puerta los escudos del Conde de la Puebla de los Valles. También había una inscripción: "Posada del Conde de La Puebla de los Valles Gobernador y natural de esta ciudad, Año de 1874"

La posada se derribo, con la promesa de conservar la portada y la fuente, cosa que, como siempre, no se cumplió.

Su esplendor comercial más reciente se produjo alrededor del 1840 -1940, en el que había muchos establecimientos: Algunos de ellos se habían trasladado allí desde otros puntos de la ciudad, incluso desde el Paseo del Príncipe.

En la esquina de la calle Real con la Plaza de Santo Domingo (Calle Séneca), había una relojería de D. Antonio Llorente. En el año 1848 publicitaba que en su establecimiento se había recibido un excelente surtido de cajas de música de maderas preciosas con diez y doce tocatas sorprendentes y escogidas además de una magnífica colección de relojes, con música o sin ella. (Diario El Caridemo del 10 de Febrero de 1848)

En la esquina con la calle Campomanes estaba la imprenta de D. Antonio Cordero en la que se imprimía el periódico científico y literario "El Porvenir"

En el número 30 estaba el establecimiento de José Bedmar, en el que se construían baños de zinc y de hoja. En el año 1864 se traslada a la calle Real, junto a las cuatro calles, un establecimiento de ataúdes que anteriormente estaba ubicado en el paseo y que vende, a cualquier hora del día, ataúdes de elegantes formas al estilo, Granada, Barcelona y otras ciudades.

En el número 19, en el año 1891 abre su bufete D. Tomás Capdevila Piñero, que había sido empleado del Gobierno Civil y procurador de los Tribunales. En el mismo año abría el magnífico bazar de ferretería de los Señores Peón de Málaga.

Las lluvias torrenciales afectaron en varias ocasiones a esta calle. En el diario El Caridemo de 1848 citado anteriormente, se comenta la necesidad de realizar un nuevo empedrado embutido a más profundidad para evitar el arrastre que se produce a causa de las frecuentes inundaciones.

El bombardeo que sufrió Almería durante la guerra civil causó victimas en una casa de esta calle por el impacto de una bomba de la aviación.

Durante años muchos a lo largo del recorrido de la calle real han estado instalados muchos de los bares típicos de Almería, como el Lupión, Joaquín, El Arco, La Marina, etc. Además de los que compartía en su cruce con las 4 calles, centro de ocio antes y ahora, con lugares de todos conocidos como el "Pedra Forca"

La calle real ya no es lo que era. En algunos tramos hay viviendas en estado de abandono absoluto, Pintadas, desconchones, suciedad, cristales rotos y fachadas en ruina, es lo que se encuentra el paseante cuando recorre esta calle, centro del casco histórico.Se salvan algunas casas, bien restauradas y conservadas que dan color y esplendor a la calle, recordando lo que un día fue.

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