El camino

Era un tiempo eminentemente familiar, aunque lo que más le gustaba era porque no había coleY la pandemia nos está poniendo las emociones, temores y esperanzas a flor de piel

La semana pasada escribí sobre el episodio de la frase "vete al médico" y, por la misma razón, esta semana lo hago sobre la contestación que la Ministra de Educación tuvo a la intervención del diputado de nuestra tierra, Juan José Matarí, en relación con el articulado de la nueva ley de Educación que se refiere a la educación especial. Y es que nunca la parte de esa contestación dedicada a defender la constitucionalidad de esta ley, que como bien señaló la ministra, fue aprobada por la mayoría parlamentaria, debió ir precedida por frase que resultase desconsiderada con un padre que acababa de compartir la historia de superación de su hija y las opiniones que esa historia le han llevado a tener sobre los distintos modelos de educación especial, pues si hay alguien que sabe de qué va la vida de una persona con síndrome de Down son sus padres. Isabel Celaá también ha pedido perdón, y eso le honra.

Estos episodios, como tantos otros que hemos visto (me vienen a la cabeza, por ejemplo, el que acabó con la expulsión de Gabriel Rufián por insultar a Josep Borrell y el de Pablo Iglesias diciéndole a Iván Espinosa de los Monteros, con enorme soberbia, "cierre al salir, señoría", cuando este se disponía a abandonar la sala tras un enfrentamiento entre ambos), no han de ocurrir en un Parlamento porque un Parlamento ha de ser el templo de la camaradería, el respeto, la educación y el esfuerzo por alcanzar acuerdos entre partes ideológicamente distantes, pues, solo por ese camino, los políticos encontrarán el respeto y la confianza de los ciudadanos y los ciudadanos contarán con la próspera estabilidad social, y, solo por ese camino, se consiguen los grandes hitos políticos y sociales de un país, como siempre ha entendido el PSOE, y, para nuestro pesar, hace un año que venimos necesitando uno. La pandemia lo está arrasando todo, lo he comentado en otras ocasiones y lo sigo creyendo firmemente, basta ver la constantes noticias de cierre de negocios, sucursales bancarias y fábricas y de recortes de plantillas, y es en el esfuerzo de unos representantes unidos haciendo política de empatía y mirada larga donde hallaremos el más enérgico punto de inflexión para revertir la línea descendente por la que este país se desplaza desde hace tiempo y que la Covid-19 ha venido a profundizar. Y la pandemia nos está poniendo las emociones, temores y esperanzas a flor de piel por lo que, más que nunca, se demandan, en todos lo ámbitos y lugares, comportamientos de extraordinario gusto. Y si las emociones, temores y esperanzas de cualquier padre y madre empiezan, y acaban, en sus hijos, cuando se trata de un hijo con discapacidad, la piel de esos padres se convierte en algo tan especial como el resultado de la mezcla de incomparables desvelos y preocupaciones con un amor inmenso y una entrega inigualable.

Enhorabuena Andrea por tu valentía y tus logros.

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