República de las Letras

El camino

Para hacer el Camino de Santiago sólo hacen falta tres cosas: tiempo, dinero y buenos pies (salud)

Este año, al ser domingo el día de Santiago, es Jacobeo. Esto ocurre cada 5, 6 y 11 años. Este, debido a la pandemia, se ha alargado e incluye el próximo 2022. En los últimos 20 años el viaje a Santiago a través del Camino ha experimentado un notable auge. Me refiero al Camino Francés, el Camino por antonomasia. Tanto, que, al igual que ocurrió en la Edad Media, la peregrinación se ha corrompido y ha pasado a ser un viaje más, si bien aún se hace a pie (o en bici). Cuando lo hicimos en 2001 todavía eran los albergues gratuitos. En alguno de ellos se exhibía un cartel que rezaba: "Deja lo que puedas; toma lo que necesites". Este espíritu, que yo quiero creer el auténtico del Camino, ya no existe. La masificación lo destruyó antes de la pandemia. Se ha perdido gran parte de las esencias de aquella ruta iniciática que comenzó en el siglo VIII, cuando la invención del sepulcro del Apóstol en aquel remoto finis terrae gallego. La Iglesia se ofrecía entonces como civilizadora de aquella parte de Europa a la que había llegado el Islam y, a la vez, el clero hispano se afianzaba frente al poder del Papa romano. El Camino iba a ser motor económico, político y religioso -en ese orden- para los cristianos del occidente. Luego vendrían los viajes penitenciales y penales. Y los pícaros, los vendedores de reliquias y de bulas, los mercachifles y los salteadores de caminos. Tanto se corrompió el Camino de Santiago, que en el siglo XVI ya casi no existía. No hacía falta. Su misión había terminado. El Catolicismo había llegado a América y a Asia. Había nuevas rutas comerciales que explotar. El Camino quedaba para consumo interior. En los años del franquismo fue instrumentalizado como medio de propaganda y en los 80, abandonado final y felizmente por las instituciones políticas volvió a ser aquella ruta por la que transitaban los buscadores hacia el Finisterre. En el juego de La Oca, trasunto doméstico del Camino Jacobeo, la casilla de la muerte es Compostela, mientras la Gloria final es Finisterre.

Ahora los albergues son de pago. La gente se sigue llevando esos mochilones enormes y pesados, con todo lo necesario… si fuesen a la selva. Algunos llevan hasta el champú, el gel y el detergente, como si no hubiese en todo el norte peninsular dónde comprar. Para hacer el Camino sólo hay tres cosas imprescindibles: tiempo, dinero y buenos pies (salud). Buen camino a todos. Ultreia!!

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