Carta del Director/Luz de cobre

La campaña se juega en las redes

Hoy muchos de los conceptos de una campaña electoral de hace veinte años están tan obsoletos como en desuso

La campaña electoral se juega en las redes. Atrás han quedado los grandes mítines, el puerta a puerta, los carteles electorales y un sin fin de conceptos que hoy, vistos desde la perspectiva digital, quedan tan obsoletos como en desuso. Los partidos que concurren a la cita del 19-J lo fían casi todo a las redes sociales o a las apps de mensajería, entre las que destaca wasap y los innumerables grupos a los que cada uno pertenecemos. En un mundo digital los conceptos han cambiado tanto y a velocidad tan rápida que muchos, incluidos muchos candidatos, se sienten desbordados por la inmediatez, las respuestas, las polémicas, la exposición permanente y el riesgo de juicio rápido y sin abogado defensor al que nos someten cada día.

Pero no siempre ha sido así. Los medios de comunicación y el marketing político han ido unidos siempre. La prensa de papel, el periódico diario, fue a finales del siglo XVIII, XIX y parte del XX el concepto sobre el que giraron las campañas americanas de entonces, con presidentes tan influyentes y reconocidos como Lincoln o Wilson. La influencia que ejercían sobre el electorado era tan real que el concepto de cuarto poder alcanzó popularidad cuando el escritor y filósofo escocés Thomas Carlyle, atribuyó dicha expresión al escritor, orador y político anglo-irlandés, famoso e influyente en su época, Edmund Burke, quien la pronunciaría en el debate de apertura de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en 1787. En su discurso, Burke dijo que había tres poderes en el parlamento; señalando que en la tribuna de prensa era donde se sentaba el cuarto poder, de lejos, más importante que todos ellos.

Con la popularidad de la radio y su llegada a la mayor parte de los hogares, este medio de comunicación fue un eficaz complemento en el que políticos de la talla de Roosevelt o Winston Churchill, lo convirtieron en el complemento perfecto de sus campañas electorales y contribuyó, de forma eficiente, a auparlos al poder. La llegada de la televisión disminuyó la influencia de la radio, aunque mantuvo parte de su poder, al igual que el de la prensa. Pero no fue hasta la década de los sesenta cuando presidentes como JFK hicieron de este elemento comunicacional la base sobre la que asentar y "pastorear" a su electorado. Su influencia se tornó demoledora cuando estalló el Watergate, investigado durante meses por la prensa, dio el salto a los informativos de la pequeña pantalla y le costó el puesto a Richard Nixon.

Barack Obama intuyó el poder de las redes y las usó para ganar las elecciones, aunque no fue hasta Donald Trump cuando de verdad alcanzamos a valorar la capacidad de generar información, muchas veces falsa, en beneficio propio para sumar adeptos. En 2022 no se entenderá una campaña en la que las redes no sean las protagonistas. Para bueno y para malo.

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