El cántico qué proclamar

Y las manos, manos son. Como las más oscuras voluntades del ser humano. Sólo tienes que agitarla, para saber en qué dirección va el viento

Quieren estudiantes dóciles. Enseñar es más sencillo. No quieren alumnos que pongan en duda el método. Que cuestionen el modelo de enseñanza. Que indaguen. Que no sean conformistas. Que no se preocupen por el cambio y que el principio de rebeldía sea el sentimiento que inundas sus sienes, cuando al llegar a casa ven como nada o poco a cambiado.

La línea que separa el adoctrinamiento de lo que no es débil y casi ridícula. El sistema educativo es una herramienta del sistema que sirve para inculcar los valores capitalistas. Forman a sus alumnos desde el principio de uniformidad. Mantienen el criterio para que nadie pueda salirse de la norma. Si lo hace, posiblemente sea un mal alumno o una persona con falta de adaptación. Se activan los mecanismos y se neutraliza al ciudadano.

Lo pueden vestir, como se hizo, en su momento, con el vestido más rojo y reluciente o con el matiz más azul y mate más discreto posible. No es la primera vez que un país, una nación o un continente es víctima y verdugo del nacionalismo: las banderas son tan sólo la puerta de entrada. El odio suele ser el mástil sobre el que se ondea. Todos ellos suponen el grupo humano perfecto para acometer los valores que el sistema cree conveniente. Les extirpan el espíritu crítico. Les seccionan la humanidad, la filosofía, la ética. Les ponen a su disposición los nuevos estereotipos sociales a seguir. En algunos casos, la bandera que deben agitar. En otros, el cántico que deben proclamar. Todo muy pedagógico, eso sí. El lenguaje es un una herramienta donde su violencia radica no en lo qué se dice, sino en lo que se omite. Todo perfectamente articulado para que sus infancias no sufran -no vaya a ser que desde pequeños empiecen a poner los procedimientos en cuestión, no vaya a pasar que tomen como ejemplo el trabajo y el esfuerzo, la excelencia y el talento. Porque en esta vida, a pesar de todo, nadie regala absolutamente nada.

Dicen que la determinación es un arma que sólo debería de ser utilizada por los seres humanos buenos. Dicen. Y quizás puede que sea cierto. Lo más seguro es que sí. Así lo creo con sinceridad. Y por ello me comprometo. Pero lo que no podemos olvidar es que la determinación puede ser la mano que ondee un estandarte. Y las manos, manos son. Como las más oscuras voluntades del ser humano. Sólo tienes que agitarla, para saber en qué dirección va el viento.

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