Tu cara me suena

Retiradas las mascarillas en determinadas condiciones, reconocer los rostros será una expresiva desinhibición

La relajación en el uso de la mascarilla dará para advertir los comportamientos del libre albedrío. Académicamente, este último denota la potestad de obrar por reflexión y elección. Dos acciones que conllevan el discernimiento del juicio y la consiguiente resolución de la voluntad. Tras una pandemia que infecta la vida durante cerca de año y medio, decidir que pueda prescindirse -si bien, en determinadas condiciones- de la mascarilla es una medida de muy alto impacto social. Y esta no debería adoptarse sin la salvaguardia de las condiciones favorables, el dictamen de los realmente expertos y el fin de recuperar algo de la normalidad perdida -en lugar de nueva, sea o no mejor cualquier tiempo pasado en el categórico dictamen de las máximas-.

La abierta y dúctil capacidad de adaptación de los mortales, así como el efecto condicionante de las aprensiones, llevará a mantener la prevención de la mascarilla, e incluso algunas tasas todavía no aminoradas de incidencia del virus. Pero, dada la deriva de la instrumentalización, quitarse o llevar la mascarilla también puede ser una forma de adhesión o señalamiento, ante la conformidad o el desacuerdo con la medida o con la autoridad o instancia que la adopta. Así ocurre cuando la gestión de una situación extrema o difícil pasa por distintas responsabilidades. Para repartirse entre las duras de ejercer, que se procuran evitar o se encomiendan a otros, y las recibidas con satisfacción jubilosa, que gusta anunciar con algo de tiempo para que la expectativa acreciente la buena acogida.

No habrá un "fuera mascarillas", claro está, aunque sí la sensación de que la pandemia aprieta menos y la vacunación inmuniza cada vez a más grupos de edad. Podrán verse de nuevo las caras, pero que corra el aire, como se instaba antaño para reprimir las animosas y calenturientas cercanías del rozarse. "Tu cara me suena", ya se dice con el guiño de las ocurrencias para adelantar que mañana sábado será posible reconocer los rostros que la mascarilla oculta. Una forma de desinhibición, estorbada o impedida la contemplación del espejo del alma, aunque se haya aprendido a discernir el estado del almario en la mirada de los ojos.

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