A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

Las cartas de Casado

La baraja no la tiene el PP, sino Sánchez. Será este quien decida cuándo y cómo se va a jugar la partida

La estrategia del PP está ahora más clara. Ha decidido marcar distancias con Vox y acercarse a Ciudadanos para incorporar lo que quede en esas siglas. Así se entienden las últimas votaciones en el Congreso o el acercamiento de Rivera y Villegas al PP.

¿Puede irle bien al Partido Popular? Quizás. Con sus oscilaciones, Cs se ha convertido en una pieza apetecible. Se ha quedado sin espacio propio al colocarse en manos del PSOE y la falta de compromiso con la enseñanza en español lo ha dejado sin señas de identidad. Pero sobre la estrategia del PP planean dos factores imprevisibles.

En la política no siempre sumar aumenta los activos. La desaparición de Cs simplifica la oferta electoral -algo que también interesa al PSOE. Y puede ser útil fichar algunos cuadros intermedios. Sin embargo, la decisión de integrar a las viejas glorias de Cs o de incluir en la nómina a los actuales dirigentes no va a despertar gran entusiasmo en un electorado desencantado, que ya se fue y que, al verlos en el cartel, recuerda la decepción sufrida. A veces, en las elecciones, dos más uno siguen dando dos.

Hay, además, otra circunstancia decisiva. En este juego, la baraja no la tiene el PP, sino Sánchez. Será este quien decida cuándo y cómo se va a jugar la partida. Frente a Vox, el PP puede optar por presentarse como un partido muy de centro. Parece, en principio, una buena apuesta. Pero el PSOE puede tensar la situación hasta convertirla incluso en irrespirable. Le basta con aprobar un par de leyes Celaá, dos o tres medidas extremas, para conseguir que esa imagen de moderación perjudique al PP y empuje a parte de su electorado hacia Abascal. De este modo, el PSOE liquidaría el espacio de centro y le bastaría con agitar el fantasma de Vox recorriendo Europa para llevar a sus bases a las urnas. Y si Casado radicaliza su discurso, el electorado preferirá el original a la copia.

En estos tiempos, nada hay tan inestable como la política y los sentimientos de los electores. A Casado le puede ir bien o le puede ocurrir lo mismo que a Arrimadas. Ambos son buenos parlamentarios y lanzan unos zascas estupendos. Pero los escenarios cambian como el viento y todo dependerá, al final, del que tenga más capacidad para imponer los temas que influirán emocionalmente en el electorado. Y eso no se decidirá ni en el Parlamento ni en un torneo oratorio.

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