Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

La casa común de la derecha es el PP

Ciudadanos había imaginado un votante ideal en términos platónico, liberal y medio socialdemócrata, plural y españolista

Ciudadanos había imaginado un elector ideal en términos platónicos, un votante liberal, pero socialdemócrata; tolerante, pero españolista; conservador, pero sólo de cintura para arriba; capaz de aceptar gobiernos con los socialistas y con los populares. Puede que el sumando funcionase, pero no hay individuos así. Se vota con las tripas, a veces con el corazón y rara vez con la cabeza. La fuga de apoyos que estamos viendo desde Ciudadanos a otros partidos muestran que los dirigentes naranjas tenían un serio problema para distinguir el mundo idealizado del real.

Albert Rivera fulminó en la plaza de Colón la ensoñación, porque apartó de Ciudadanos al elector medio socialista, de centro izquierda y progresista. Al responder que no a Pedro Sánchez se recluyó en la derecha. E hizo algo más: le mostró a la parte más españolista de su electorado, la que se situaba a la derecha de Rajoy, que Vox era un partido que merecía un reconocimiento social. Así dejó a Ciudadanos en las raspas.

Tras la debacle de las generales, llegó la de Cataluña y pronto será la de Madrid, que es la definitiva. Hay una idea que es común a todos los electores: a nadie le gusta votar a partidos perdedores; por eso, las encuestas de Madrid están siendo letales para los naranjas. Fuera de la Asamblea de Madrid, a Ciudadanos sólo le quedará la opción de una extinción por territorios, donde queden algunos supervivientes en aldeas naranjas a la espera de la última conquista, como pinsapos en las sierras más altas, o una absorción ordenada hacia el PP. No serán todos los cargos ni todos los militantes, pero sí una buena parte de ellos. En Andalucía, los de Juan Marín podrán esperar un poco más, pero las últimas encuestas le irán diciendo que suman más bajo una sigla común que cada uno por separado, y ese nombre no puede ser otro que el del PP.

Isabel Díaz Ayuso es un artefacto electoral, y de un golpe va a acabar con Ciudadanos y a dejar tocado a Vox. Si es así, la líder madrileña y sus creadores intentarán el asalto a la política nacional; sería ella la que habría recuperado ese PP con el que Aznar venía añorando desde que irrumpieron los nuevos partidos.

El bipartidismo imperfecto que teníamos en España arrastraba deficiencias, pero la nueva política no ha aportado nada. Uno puede opinar que lo de Ciudadanos es una pena, pero tampoco va a pecar de Julio Anguita, que abroncaba a los electores porque eran ésos los que se equivocaban al votar.

La derecha tiene un concepto patrimonialista del poder, cierta derecha, y se volcará con el PP si aprecia que tiene posibilidades de recuperarlo.

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