El chaparrón

El alcalde ejidense se vio obligado a rectificar en la salida del VioGén ante el aluvión de críticas

Pese al título que encabeza estas líneas, no voy a hablar hoy de la gota fría que asoló nuestra provincia hace unas semanas. El chaparrón al que me refiero es al que le ha caído encima al alcalde de El Ejido, Francisco Góngora (PP), por intentar sacar a su municipio del VioGén, una herramienta que permite la coordinación de las distintas administraciones públicas para proteger a las víctimas de la violencia machista. El anuncio de la salida del Ayuntamiento de El Ejido de este sistema lo adelantaba la prensa el martes a primera hora de la mañana y, al filo del mediodía, el mismo alcalde se veía obligado a dar marcha atrás, ante el aluvión de críticas. El alcalde ejidense había intentado justificar su decisión en la supuesta escasez de medios del ayuntamiento, sin caer en la cuenta de que la excusa, por burda, no podía colar. Si un alcalde considera que no tiene agentes de policía local suficientes para prestar un servicio tan importante, lo que debe hacer es aumentar esos medios -algo que podía haber hecho ya en los más de ocho años que lleva gobernando-, antes que dejar a las víctimas de la violencia machista desamparadas. Lo más preocupante de lo sucedido no es, en cualquier caso, el hecho puntual, sino que éste se suma a la ya larga lista de despropósitos que está protagonizando el PP desde que se mira en el espejo de Vox.

El pacto de las derechas con la ultraderecha en Andalucía ha dejado ejemplos de sobra de hasta dónde pueden radicalizarse

PP y Cs cuando Vox presiona. Basta recordar la creación del Teléfono contra la Violencia Intrafamiliar, que busca confinar la violencia contra la mujer entre los asuntos domésticos, o las famosas listas que pidió Vox de los profesionales que trabajan en la Junta haciendo los informes sobre violencia de género.

PP y Cs podrían ser valientes y defender lo que es de justicia, que además coincide con lo que piensa la inmensa mayoría social de nuestro país: que con la violencia machista no se juega y que tenemos que ir todos a una para acabar con ella. Una sociedad democrática y libre no puede amparar a asesinos, así de sencillo. Y, sin embargo, los cálculos electorales se están anteponiendo una vez más en estos dos partidos, a los que sólo les preocupa recuperar los votos de la extrema derecha o mantener las alianzas con las que han llegado al poder.

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