El economista francés Thomas Piketty está de gira para presentar su último libro, Capital e ideología, en el que propugna que se le dé una paga de 117.000 euros a cada joven del mundo al cumplir 25 años. Es la provocación de un señor influyente; su anterior obra El capital en el Siglo XXI vendió dos millones y medio de ejemplares en todo el mundo. Piketty asegura que la desigualdad no para de crecer en todas las latitudes, porque el rendimiento del capital crece más rápidamente que la producción y los salarios. Para compensar este desfase propone crear un impuesto progresivo mundial al patrimonio que en 2013 situaba entre el 0,1% al 0,5% para quienes tuviesen menos de un millón de euros y en el 10% para los propietarios de miles de millones.

Ahora ha subido mucho los porcentajes y se critica su pretensión por confiscatoria. Plantea además otros muchos impuestos progresivos desde sucesiones a la renta, pasando por uno ecológico al consumo propio. Más que discutir sobre la oportunidad de su cartera fiscal y su cheque universal, llama la atención el riesgo de los intermediarios. Ya hemos visto lo que ha pasado con el reparto del dinero de los ERE en Andalucía. O las sospechas sobre los fondos europeos para la formación que repartía la Junta entre la CEA, CCOO y UGT después de que las tres organizaciones avalaran una y otra vez la política económica del Gobierno andaluz en los acuerdos de concertación social. Por este motivo, el nuevo Gobierno regional reclama a la UGT 18 millones de euros por gastos no justificados en cursos de formación más intereses.

Ajeno a estas cuitas andaluzas, un profesor de Desarrollo Regional en la Universidad irlandesa de Galway me contaba en 2002, en vísperas del segundo referéndum sobre el Tratado de Niza, que era partidario de que la Unión Europea pagara sus estudios a todos los jóvenes europeos. Venía a ser un cheque como el de Piketty aplicado directamente a la formación. Su teoría era que todos los estudiantes podrían elegir la carrera que querían cursar y el lugar donde hacerlo. Y la UE debería pagarlo con un cheque nominal directo, sin intermediarios, que según su investigación académica en Irlanda encarecían mucho los procesos de distribución de fondos. En todas partes cuecen habas.

Estudiando las series económicas de varios siglos en Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido, Suecia y Japón, Piketty estableció que los patrimonios heredados se recapitalizan más rápidamente de lo que aumenta la renta disponible y la producción. El propio autor admite que sus conclusiones merecen ser puestas en cuestión y debatidas; no pretende estar en posesión de la verdad. Pero su demostración de que las sociedades más igualitarias son más prósperas y crecen más es un acicate para la reflexión.

Y en las innovaciones, tener cuidado con los intermediarios.

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