Mi circunstancia

La verdadera soberanía popular reside en el voto utilitarista, en aquel que solo atiende al "yo" y a la propia "circunstancia".

Ahora que se aproximan fechas electorales y que van a pedirnos el voto, me planteo una reflexión sobre el "yo y mi circunstancia" de Ortega y Gasset. Obviamente el sentido de la expresión era muy amplio, no exclusivamente político, pero tampoco excluida a ese contexto de las posibilidades de reflexión. El significado de la frase, antes de nada, y una de las máximas orteguianas, relacionaba al individuo con su escenario personal, con sus experiencias, y con los hechos y acontecimientos más importantes en su vida. De esa manera era innegable la determinación del individuo por la circunstancia. Pero al mismo tiempo existía una reciprocidad: una vez aceptado un "yo" condicionado por la circunstancia, se planteaba la necesidad de que este fuese trasformador de dicha circunstancia para que el nuevo escenario surgido recondicionara a ese "yo". El mejor de los vínculos posibles entre ambos era este: el de la trasformación mutua. Y llevado esto al terreno político me surgen algunos planteamientos. Ya sabemos que en el sistema partidista cada partido solo atiende a sus propias circunstancias, y que las ideologías han performado hacia la estética del realismo mágico para satisfacer a las circunstancias de los partidos, ciertos medios, grupos de poder, y a las redes clientelares. En esa diatriba, se exige que sea el "yo" quién atienda a las circunstancias de estos, resultando un "yo y sus circunstancias". Pero esto no puede ser. ¿Cómo salvar nuestra identidad? Ante este sistema partidista, donde el pueblo es menos que el discurso político, el votante debe ser egoísta y rechazar la solidaridad con las siglas. El único voto posible para que el "yo" mejore a su propia circunstancia" es el voto utilitarista; es decir, el voto basado en las necesidades de cada uno, ya sean laborales o etc. Y con esto digo que cada uno debe votar a quién más le beneficie para mejorar su propia circunstancia aunque ello implique votar a un partido distinto en cada comicio electoral. Esto no es nada inmoral. Todo lo contrario: supone una resistencia metapolítica contra el sistema partidista corrupto y engañoso; es la verdadera soberanía popular en una democracia donde se ha asentado el voto condicionado y donde el pueblo no tiene voz, ni rostro, ni sonido, ya que solo es una sombra. Por eso, el sentido del voto deber ser honesto con nuestra propia circunstancia, con nada más.

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