El ciudadano masa

La equivocada opción resulta en beneficio de la nada humilde oligarquía política que la sirvenLa canción hablaba del gran fracaso de aquella generación que pronto descubrió que debajo de los adoquines no estaba la playa

Qué se puede esperar de la condición humana en el siglo XXI? Unas personas piensan que lo complicado es la suma de cuestiones simples, la sumas de unos, mientras que otros, piensan que lo complejo es una dimensión diferente, una esfera que no tiene las mismas normas, y no se pueden entender desde las categorías de los simples, que son simbólicas y abstractas. Cada vez que llegamos a lo complejo, cualquier tipo de receta infringe las reglas del juego de la libertad individual.

Se predica con astucia la "denuncia y la algarada" de toda diferencia, confundiendo la desigualdad con la injusticia; pues en lugar de pensar con la cabeza y sentir con el corazón, se mueven por los sentimientos, y no siempre son los mejores defensores de la justicia, de la paz y de la libertad y de los derechos sagrados de la persona humana.

La equivocada opción resulta en beneficio de la nada humilde oligarquía política que la sirven, pero inciden en perjuicio de los mismos necesitados a quienes se invocan, pues mata la iniciativa, incita a no crear riqueza, ni puestos de trabajo, hunde empresas y conduce al paro y la miseria.

Los promotores de ese nuevo cainismo político también son errabundos intelectualmente y desarraigados espiritualmente, pretendiendo como puro objetivo de la manipulación de las personas la explotación de los ideales y de los valores humanos universales.

Es inevitable que el pueblo fiel, cuando esté reducido a la masa amorfa, vuelva alienarse con su voto, cerrando los ojos a la realidad ante las elecciones "guiadas" por una propaganda que excita los sentimientos, atiza las pasiones y teledirige las gentes con frases hechas, lugares comunes y - slogans-, que seducen sin enseñar, arrastran sin orientar y empujan sin guiar.

Con un victimismo falaz y en estos tiempos los pactos políticos, hoy, se han convertido en una síntesis dialéctica de concepciones antitéticas de la sociedad, discrepantes incluso acerca de las instituciones sociales más fundamentales, como son la familia, la propiedad y la empresa, y en materias tan básicas como la religión, la cultura, la educación, la enseñanza y, diría, que hasta la procreación, no estando ni de acuerdo en España como patria común con su milenaria diversidad cultural. En fin, tras la Epifanía percibo un futuro nada halagüeño sino recuperamos los sentires de la fe, esperanza y caridad cristiana y su desalienación marxista.

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