Raquel, José Carlos, Leticia, María del Mar, Belén, Roberto, Ana María, Antonio, Álex, Murillo, Ramiro, Rafa, Julio, Mónica, Gema, Laura, Manuel, María, Isa, Miguel… y así hasta 96 docentes de un claustro concreto que apoyan, empujan en la misma dirección, acompañan, resuelven. Además de impartir sus materias y todas las obligaciones que conlleva la docencia, ofrecen a los jóvenes lo mejor que saben dar, a veces relacionado con sus aficiones, otras veces con cuestiones muy específicas de sus asignaturas, con distintas necesidades que detectan, con programas educativos… La palabra clave es ILUSIONAR. Buscan que los jóvenes, más allá de los contenidos, las horas de clase, las evaluaciones y las obligaciones, encuentren algo que les enganche y apasione, que tengan contacto con la realidad, mucho más amplia de lo que cabe en los libros de texto y los temarios. Preparan un "escape room", hacen estudios de sostenibilidad por las calles del municipio, se disfrazan de Rey Enigma, juegan al ajedrez, programan mil actividades deportivas, apoyan exposiciones de su propio alumnado sobre distintos temas, diseñan chapas, hablan de genealogía, de física y química en el laboratorio, traen montones de juegos educativos, trabajan la robótica, buscan personas de 25 profesiones diferentes, hacen graffiti...

Está pasando en un Instituto concreto, pero pasa en muchos más. No es un hecho aislado. Sucede en Huércal de Almería, pero también en muchos otros lugares de Almería, Andalucía y España. Con frecuencia, se habla demasiado mal del profesorado. Por supuesto que en este oficio, como en todos los demás, hay todo tipo de profesionales, desde la excelencia hasta la incompetencia. Sin embargo, no se habla de quienes son capaces de crear todo tipo de experiencias para su alumnado, más allá de lo que en principio se nos exige.

Somos muchos más quienes echamos más horas de las que nos corresponde, quienes construimos, que quienes no lo hacen. Es hora de gritarlo, alto y claro. Por eso estas breves palabras quieren ser un humilde homenaje a ese claustro, que es a la vez el claustro de muchos centros educativos que reman, empujan, apoyan y construyen constantemente. Si es posible otro futuro, es gracias a vosotras y vosotros. No hagáis caso a los mensajes derrotistas. Evitad dejaros la piel en las inutilidades que a veces nos exigen. Nosotros, a lo nuestro. Gracias, de corazón.

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