Un club selecto

"Nunca perteneceré a un club que admitiera como socio a alguien como yo", de Groucho Marx

En muchas ocasiones he visto o leído esta expresión: "Nunca perteneceré a un club que admitiera como socio a alguien como yo", de Groucho Marx. Y cada vez que me he encontrado con ella he pensado en la importancia del corporativismo; si de verdad una persona puede permitirse el lujo de no pertenecer a ningún club; si todavía es posible sentirse libre de las imposturas de las organizaciones, incluso las que consideramos independientes o emancipadoras (que también las tienen). En sentido contrario a veces me he planteado si la pertenencia a un grupo humano es necesaria para la supervivencia frente a la opulencia de otros grupos abiertamente depredadores. De una forma u otra siempre he tenido dudas. Pero casi toda mi vida he estado solo por decisión propia. He creído en la quimera de que la buena fe en el ser humano era equiparable con el respaldo del grupo. Probablemente me he equivocado. No lo sé. Lo cierto es que hoy día es innegable la necesidad de corporativismo en el mundo de la empresa, y en el de las organizaciones políticas. Los contactos, las redes de personas afines, generan una mejora social y un acceso a los recursos ajenos que son necesarios para llegar a nuestros objetivos. Pero ¿y en el caso de la cultura? ¿Existe una cultura libre? ¿Puede una persona existir en el arte sin la aprobación de un club? La respuesta a estar preguntas viene al formular lo siguiente: ¿quién controla los recursos económicos en la cultura? La verdad es que conozco a muy poca gente que de forma independiente hayan logrado entrar en el circuito cultural. La mayoría están sujetas al caciquismo de los líderes de los club selectos que criban a ese conjunto de artistas que no alcanzan sus objetivos porque son los miembros de sus clubs los que los consiguen. No existe una cultura democrática, ni libre, ni justa, ni solidaria. La realidad es que la cultura es una industria que genera dividendos o que está sujeta a fondos públicos. El criterio de la rentabilidad financiera, y el de la marca, se imponen amen de nuestros credos. La cultura es otro poder factico, un sistema hibrido entre el feudalismo y el colonialismo. Por eso decimos que la calidad y el valor esta en los márgenes. El problema es que hoy día son de mayor tamaño ya que los clubs. Pasa como en el Imperio Romano donde los esclavos eran mayor en número que los ciudadanos libres. Esa es la realidad.

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