No es de cobarde

Correr es algo más que hacer deporte porque participa del empeño, y de la recompensa, de superar límites

Aunque así lo piensen quienes se arrugan ante un duro reto y prefieren despacharlo con tan categórico -y un tanto jocoso- aserto. Este domingo, la legión de cinco mil corredores que echen piernas a los poco más de 21 kilómetros del XXIII Medio Maratón Ciudad de Almería, no van a dar muestra, por ello, de una huida cobarde, sino que tan reconocida prueba ofrecerá oportunidad a la agridulce satisfacción de ir dejando atrás kilómetros hasta alcanzar la meta. Se dice agridulce porque en el argot de los corredores de fondo no falta el muro cuando, recorridos buena parte de los 21 kilómetros de la carrera, con una aparente velocidad de crucero, surge una repentina sensación de agotamiento que pone cuesta arriba o hace extenuante la relativamente corta distancia que resta. Todavía más frontal ese muro en los maratonianos, al duplicarse la distancia para rememorar la proeza del soldado griego Filípides, allá por el siglo V a. de C., muerto de fatiga tras correr de Maratón a Atenas para anunciar la victoria sobre los persas -qué más da si fue otro el camino e incluso bastante mayor la distancia, cuando prevalece el mito y se rememora con ferviente concurrencia-. El escritor japonés Haruki Murakami, dado a la práctica de tan corredora memoria, reunió en las páginas de un libro, De qué hablo cuando hablo de correr, esas explicaciones que no son fáciles de encontrar, y comprender, cuando se piensa en las razones de quienes buscan el suplicio de tantos kilómetros por delante. Hasta en ese desconocimiento de las causas, algunos aventuran la existencia de una irracional enajenación, un apasionado fanatismo, acaso una devoción cuasi religiosa que empuja a correr. Menos torcidas, por más biológicas, son las explicaciones hormonales porque tal ejercicio no se lleva mal con algunas de esas secreciones glandulares especialmente relacionadas con el deleite. Tanto, que, a falta de entrenamiento, cuando las circunstancias se cruzan para impedirlo, quienes convienen con corredores detectan las alteraciones del genio -esas no siempre caprichosas maneras del ánimo- y suelen prescribir el remedio: "¿Por qué no sales a correr un ratito?". Correr largas distancias, en fin, como este domingo harán miles de participantes en el Medio Maratón Ciudad de Almería, es algo más que hacer deporte porque participa del empeño, y de la recompensa, de superar límites, con no pocas disciplina y tenacidad. Y si a la vida bien le cabe la metáfora de una carrera de fondo, bastante ayudará correr sin metáfora.

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