Ni cobrando ni dando

Uno puede compadecer a los gobernantes en los momentos de pedir y, a lo mejor, envidiarlos en los momentos de dar

E s dura la labor de los gobiernos cuando se trata de recabar fondos, es decir, de fijar el sistema impositivo para sufragar los gastos del Estado. Eso de "meter la mano" en el bolsillo" de los demás tiene sus riesgos y casi nunca genera simpatías. Lo más que suelen obtener es la comprensión de quienes están convencidos de que hay que colaborar y, por tanto, lo que se dice: "Qué le vamos a hacer". En el fondo estamos convencidos de que pagamos demasiados impuestos, que pagamos más de lo que nos corresponde, y miramos de reojo al vecino pensando que de alguna manera se las apañará para pagar menos. Cosas del dinero. En vista de lo cual uno puede compadecer a los gobernantes en los momentos de pedir y, a lo mejor, envidiarlos en los momentos de dar. Porque los gobernantes también dan. Dan a la sociedad en forma de servicios públicos de toda índole, siendo los más citados la sanidad y la educación. Pero curiosamente, tampoco en este caso hay una satisfacción colectiva, sobre todo en el día a día; solo cuando se trata de casos graves en el ámbito de la sanidad puede haber un reconocimiento explícito. También en el caso de la financiación de las Comunidades Autónomas aparece una clara insatisfacción: Todas piden nuevos criterios a la hora de distribuir los fondos porque todas se consideran tratadas injustamente. Así que tampoco ahora puede sentirse contento el gobierno central. Por último, me gustaría citar el caso de las subvenciones, en concreto de la PAC. Las subvenciones no son servicios sino entrega de dinero en efectivo. Que te den dinero no debería constituir ningún problema. Sin embargo llevamos meses con desacuerdos por parte de casi todos los destinados a recibirlo. Se propongan los criterios que se propongan nadie reconoce que son justos y adecuados. Porque, al contrario del asunto de los impuestos, casi todos piensan que deben recibir más de lo que en principio tendrían asignado: sus circunstancias exigen que se les asignen más fondos. Todos se consideran perjudicados. El ministro de agricultura ha estado en boca de todos acusándolo de falta de sensibilidad para sus intereses. En ninguno de los casos hay quien no crea ser el centro del universo, el ombligo del Estado. Claro que existe la posibilidad de que todo se deba a que ningún político haga las cosas bien. En cualquier caso, no envidio a los gobernantes. Me tomo por lo menos un mes de descanso.

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