Habida cuenta del libro de Oscar Wilde "La importancia de llamarse Ernesto", donde se ironiza la seriedad de la circunstancia personal, debe existir un no-lugar cuya única mención sea algo así como "la importancia de ser azul", donde se aclaren todas las ventajas implícitas de vestir un color semejante: tales como las mejoras para la salud (Omega 3), y los beneficios económicos en la pequeñas y medianas empresas. En ese no-lugar debe ofrecerse un manual de indicaciones sobre las recompensas económicas de la tala de arbustos en periodo estival, nada desdeñable si tenemos en cuenta la presencia de plagas y otras circunstancias dañinas para la observación del horizonte. "La importancia de ser azul" debe revestir forma de local de copas o semejante, para así poder hacer vida social y seguir el influjo de las atracciones y gravitaciones de los cuerpos magnéticos. O, en otro orden de cosas, para aprender el arte de la posverdad, que está tan de moda hoy en día. "Ernesto", "Casa Ernesto", por ejemplo, pueden ser los nombres de dicho local. Para lo cual habría que localizar con celeridad a alguien con ese nombre y que se preste al juego. Un bar llamado "Casa Ernesto" regentado por un Arturo no suena bien. El caso es que yo conozco a un Ernesto, pero dudo de su compromiso con la causa. Lleva toda su vida militando en el no-lugar de los coloraos. Según dice, ser colorao, no es ser de izquierdas, sino ser demócrata. Eso induce a pensar que ser colorao supone ser liberal, atento a la civilidad y a la libertad individual, como así lo definió Fernando Martínez López (de la UAL). Ser colorao es defenderse de cualquier forma de totalitarismo, en otra época absolutismo: de la imposición oligárquica de unos pocos a la mayoría, de todo acto de autoridad contra la dignidad humana y contra la libertad. Ernesto suele pasear por las inmediaciones del monumento a los mártires de la libertad. Lo hace por las mañanas en horario comercial, para recordar la memoria de sus antepasados, los de su pueblo, la mayoría, los de su familia, los que dejaron su vida para que él pudiera llamarse Ernesto. Suele acordarse a veces de Nicolás Salmerón y de su lucha por la libertad. Como él, considera que es importante tener un símbolo que represente todo eso y que perpetúe la historia para el futuro. No sé, pero me da la impresión de que Ernesto no va a aceptar regentar "Casa Ernesto".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios