La Resistencia

Luz Belinda Rodríguez

Parlamentaria andaluza por Almería

La concertada que gusta a la izquierda

Las protestas más sonoras han venido de la escuela concertada, objetivo de un nuevo ataque desde el flanco izquierdo

La Ley Celaá -enésima reforma educativa de la democracia- volvió a orillar el debate sobre la calidad de la enseñanza para centrarse en las viejas polémicas del eje izquierda-derecha al respecto: la asignatura de religión y la escuela concertada. Marginalmente se ha comentado el hecho de que, a partir de ahora, no sea necesario aprobar un número mínimo de asignaturas para pasar de curso y baste con la magnanimidad del profesorado para promocionar, aunque se hayan coleccionado los suspensos. Toda una declaración de principios entre los que, claro está, queda excluida la cultura del esfuerzo.También ha merecido algún comentario la intención del Gobierno de ir haciendo desaparecer los centros de educación especial en aras de una educación "inclusiva", barbaridad que los usuarios de dichos centros se han encargado de desacreditar.

Pero las protestas más sonoras contra la Ley Celaá han venido de la escuela concertada, objetivo de un nuevo ataque desde el flanco izquierdo. No nos engañemos, a la izquierda no le molesta que la educación sea objeto de negocio. Lo que provoca la inquina de la zurda contra la escuela concertada es que es, mayoritariamente, escuela católica. Por eso quieren asfixiarla económicamente. Para perderla de vista sin tener que prohibirla, que queda feo.

Prueba de esto es que no les molestan los conciertos de las administraciones públicas con negocios privados en otros ámbitos. El de las clínicas privadas donde se perpetranmayoritariamente los abortos, por ejemplo. En Andalucía cada año se destinan más de 7.000.000 de Euros de dinero público a pagar a las clínicas autorizadas a ejecutar abortos. ¿También ahora que gobierna el PP con el apoyo de VOX? También. Se ve que ese negocio es del agrado tanto de la izquierda como de la derecha.

La ley obliga a ofrecer ese "servicio" a la sanidad pública, pero ¿por qué no se llevan a cabo entonces los abortos en hospitales públicos? Porque la mayoría de los médicos saben de qué se trata y se niegan a hacerlo acogiéndose a su derecho a la objeción de conciencia. En las clínicas privadas, en cambio, el negocio hace desaparecer los escrúpulos. Así que -ahí sí- la izquierda, algunos de cuyos representantes han estado vinculados a la industria del aborto, da por bueno el trasvase de dinero público a empresas privadas. Este modelo de concertada sí le agrada.

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