Metafóricamente hablando

Antonia Amate

Mis confitados paseos

La miraba de reojo, y empezaba a darle pena: "cuando el español canta.." Cuantas veces se lo había escuchado!

Desde el oscuro rincón en el que dormita, tumbado sobre el mullido colchón, siento su cálida mirada clavada en mi nuca. Sé que tiene sueño y está cansado. Ha sido un día arduo, sin parar un solo minuto. Hoy hace una mañana soleada, huele a azahar, aunque ya solo quedan las últimas flores rezagadas del limonero que luce en el jardín, con sus manojitos de flores en las puntas de sus ramas, que se alzan al cielo como una silenciosa plegaria de primavera.

Él por su parte piensa: "Cree que duermo, pero nada de eso, la vigilo por el rabillo de mis ojos, entornados como persianas a medio cerrar. Recuerdo cuando la conocí. Que cariñosa era. Cuantas carantoñas, besos y caricias! Me susurraba al oído tiernas palabras, mientras me alimentaba con un biberón, que yo tomaba con gula, para después, dormir satisfecho en su regazo durante horas. Siempre tuvimos una estrecha relación, ella me cuidaba con mimo, y yo la adoraba como a una diosa griega. No es que yo sepa muy bien quienes son los dioses griegos, pero me ha hablado tanto de ellos, que parece como si fuesen miembros de la familia. Todo nos ha ido bien a lo largo de los años que hemos compartido en este precioso apartamento junto al mar. En las suaves mañanas de primavera, paseábamos envueltos en la dulce brisa matutina, con sabor a mar y algas; ya por la tarde, al ponerse el sol, compartíamos aquellos ocasos rojizos y violáceos sobre un mar calmo cubierto de nubes tornasoladas, paseábamos descalzos junto a su orilla, sintiendo la cálida arena bajo nuestros pies. Pero ahora todo ha cambiado, y no acierto a saber por qué. No me deja ni a sol ni a sombra, pienso que quiere acabar conmigo".

Héctor, duermes?- Elena lo miraba con insistencia, no podía esperar más, le urgía el paseo, y el dormitaba de forma inusual. Parecía que la rehuía, podía ser eso? No, no puede ser. Que tonterías se le ocurrían, esto debe ser una alucinación por del "confitamiento", que parece un pato francés. Mientras se despierta me vestiré. Que me pongo hoy? Este pantalón blanco, con el suéter turquesa, y la gabardina azul, hacen buen conjunto. Jope, no había pensado que la mascarilla es verde! Bueno, si no hay otra, tendré que salir así. Volvió a mirarlo: allí estaba despanzurrado sobre el colchón, soñando con los angelitos. Comenzaba a desesperarse, y canturreaba nerviosa entre dientes.

La miraba de reojo, y empezaba a darle pena: "cuando el español canta.." Cuantas veces se lo había escuchado! Se desperezó alzando sus patas al aire, tan despacito y de forma tan silenciosa, que apenas se movió el aire a su alrededor, pero ella, atenta, lo escuchó, y antes de que cantase un gallo, se vio con la correa al cuello paseando a su dueña, por décima vez en el día.

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