Carta del Director/Luz de cobre

EL control del agua

Lo que hoy somos ha sido posible gracias a un consumo y explotación razonable de unos recursos escasos

Mañana es el Día Mundial del Agua. Una efeméride con mucho sentido a nivel global -cada vez existen mayores problemas para abastecer el planeta- y con un significado especial en la provincia de Almería. El control del agua, su uso, distribución y consumo, se ha convertido en el eje sobre el que gira el poder, en casi todos los sentidos en esta tierra nuestra. Quien tiene la llave de paso, esa que se abre o se cierra según necesidades, lleva ventaja con respecto al resto en el ejercicio del dominio de un bien común y su reparto.

Y es que como dice el proverbio inglés "no se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo". Una invitación clara a reflexionar sobre el consumo, el ahorro y su cuidado y a no dar por sentado ningún recurso natural.

Y aquí, en la provincia, sabemos muy bien de qué estamos hablando. Con la caída en picado de los índices de pluviometría, ya escasos y ahora acentuados con el cambio climático, una tierra como la nuestra debería, o al menos intentarlo, avanzar en un pacto global que concluya con la garantía de flujos necesarios tanto para abastecimiento como para regadío.

Lo que hoy somos, una tierra de prosperidad y crecimiento, ha sido posible gracias a la explotación, cada vez más razonable y coherente, de unos recursos escasos y con fecha de caducidad. Pese al trabajo, arduo, complejo, certero en muchas ocasiones y con algunos errores evitables, lo cierto es que hemos sabido aprovechar, o tratado, cada gota para alcanzar el máximo rendimiento posible.

La provincia es pionera en muchas cosas, pero con seguridad una de ellas, sino la primera, ha sido la búsqueda de soluciones novedosas a un déficit hídrico permanente con el que nos hemos acostumbrado a convivir.

Pero se hace necesario ir un paso más allá. No basta con los acuíferos, sobre explotados, los trasvases, -alcanzados a base de esfuerzo, presión y lógica- y la desalación. Ha llegado el momento de avanzar en la búsqueda de nuevos retos, que pasan no por un mayor consumo, sino por optimizar lo que tenemos, con nuevas redes, tanto de abastecimiento como de riego, en las que las pérdidas sean intrascendentes. Para progresar en este objetivo no vale avanzar en el mercadeo o en la consecución de dinero fácil venido de un bien necesario e imprescindible.

La apuesta pasa por dejar trabajar a aquellos que conocen las necesidades, los problemas y la forma de solucionarlos. El paracaidismo y el control por parte de los advenedizos debe ser cortado de raíz. Evitado con la fuerza de la lógica, de planteamientos útiles y con el acuerdo de quienes cada día son capaces de rentabilizar una gota de agua como si de una pepita de oro se tratase. Otros planteamientos avanzan en guerras del agua, que ya les digo, pueden ser dolorosas y crueles.

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