La tapia del manicomio

La copa de la casa

Los hosteleros de la comunidad están que trinan con la Junta de Andalucía por mor de las restricciones horarias

Los hosteleros andaluces están que trinan con la Junta por mor de las restricciones horarias. Es comprensible porque llevan muchos meses cerrados y a medio cerrar. Han venido a explotar justamente ahora que han abierto un poco la mano en los horarios vespertinos. Se ve que esperaban una mayor holgura en el horario de noche, que ha quedado en dos horas y media a partir del día 18. Y, claro, han pedido que dimita Moreno. ¡Qué menos!, por pedir que no quede. Seguro que ahora mismo va. De todas formas, lo que nos ha llamado la atención a los profanos es el cierre de seis a ocho de la tarde. Y nos sorprende que los hosteleros no comprendan que esa medida es beneficiosa para ellos. Nos explicamos: desde hace varias décadas está generalizada la costumbre de que el camarero, al final de la comida, con unas botellas de orujo o pacharán en la mano ofrezca a los comensales "la copa de la casa". Y si no, el cliente se apresura a exigirla. Así que, si cierran a las seis es probable que se ahorren unos euros en "licores digestivos" gratis. Y encima ganen un par de horas de descanso antes de volver a abrir a las ocho. Porque lo normal es que el cliente, ya que está agustico y es gratis, quiera repetir la copa. Vamos a contar un ejemplo de entre los muchos que tenemos anotados en nuestro anecdotario hostelero. En el tristemente desaparecido restaurante Espronceda, dos parejas llegan a las once y pico de la noche y quieren cenar. El maître accede resignado, después de pedir a la cocina que no cierren aún. Piden dos solomillos troceados para los cuatro, dos postres y cuatro copas de vino de la casa. Como remate, los dos caballeros piden brandy Duque de Alba, pero precisan que sea una sola ración repartida en dos copas. Cuando les presentan la cuenta, uno de ellos le dice al camarero: -¿Qué, la casa no invita a una copa? El camarero, pacientemente, les pregunta lo que quieren. Respuesta fastuosa: -Pues llénanos las copas del mismo Duque de Alba. Sufridos hosteleros, oyes, que decía Forges. En estos días estamos viendo que los clientes se quedan hasta las seis menos un minuto. Si no cerraran por obligación a esa hora no habría forma de echarlos y, quizá sí, venderían alguna copa más aparte de las gratis "de la casa", pero a cambio de no tener ni media hora para descansar, orear el local, desinfectar las mesas y mear.

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