La Resistencia

Luz Belinda Rodríguez

Parlamentaria andaluza por Almería

El cortijo partidista

La vida parlamentaria se articula a través de grupos, restringiendo al mínimo la capacidad de los diputados no adscritos

La legislación española excluye expresamente el mandato imperativo en sus cámaras de representantes. Por voluntad del legislador, los diputados no representan a sus partidos, sino que representan a los votantes que los han elegido.

La práctica común de los partidos contradice este principio y traslada la idea errónea de que un diputado es un simple delegado del partido, de manera que el cargo que ostenta pertenece a la organización. Es justamente, al contrario. Los diputados representan a los españoles, no a los partidos. Pero los partidos retuercen la legalidad para ejercer su control sobre los representantes electos de los españoles. Les imponen el sentido del voto; determinan qué iniciativas parlamentarias deben emprender; censuran sus redes sociales y restringen su contacto con la prensa, convirtiendo a los diputados muchas veces en simples marionetas.

El principal instrumento con el que cuentan es la confección de las candidaturas. Si no obedeces, no volverás a aparecer en las listas. Cuando algún representante, pese a todo, abandona la comodidad de la obediencia y se aparta del partido para poder ser fiel a sus votantes, comienzan las dificultades. Todos los partidos se ponen de acuerdo en entorpecer el trabajo de aquel que se sale del redil. Es un aviso a navegantes, para que el resto vean el frío que hace lejos de los partidos.La vida parlamentaria se articula a través de los grupos, restringiendo al mínimo la capacidad de los diputados no adscritos, que apenas pueden llevar a cabo iniciativas y que no cuentan con los medios de los que generosamente se dotan los partidos. Se trata de invisibilizar al disidente. De convertirlo en diputado fantasma para el resto de la legislatura.No les extrañe si ven a esta diputada en los próximos plenos instalando un perchero junto a su escaño o almorzando en el mismo. Pese a mis reiteradas peticiones y a que los servicios de la Cámara informan de que hay espacios libres, la Mesa del Parlamento se niega a habilitar un espacio donde poder trabajar con mis asesores, colgar el abrigo o comer, ahora que la cafetería está cerrada por la pandemia.

No pasa nada. Yo no vine a la política a presumir de despacho. Vine a ponerme al servicio de los españoles y a defender mis convicciones. Y eso seguiré haciendo. Sin importar las trabas que me pongan aquellos que conciben las instituciones como si del cortijo de sus partidos se tratase.

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