No cosas

Ahora pregúntales a los afganos cómo incide ensu perenne desastre el coronavirus

Por incomparecencia de la antigua normalidad se decreta la ilusión de las cosas. La ilusión de que existen las vacaciones y la última semana de agosto, preludio de todos los fastidios, la no normalidad de la normalidad, de donde vienen los deseos. Hay un aire en la ciudad de querer aparentar lo que no existe. Se le llama no algo, no cosas, no feria, no chiringuitos, no playa, no conciertos. Como si es y al mismo tiempo no es. Las plazas a medias rebosan más normalidad que antes como si antes algo fuera normal. Los ruidos estrepitosos de la marabunta incesante. Como si fuera normal ruidos incesantes, excesos las veinticuatro horas, aparatos vertiginosos, bochorno, suciedad y falsa diversión. No entiendo muy bien lo de la feria a medias más que como rescate de los negocios feriantes (muy honrosos para quien los guste), el no rescate, la distracción de la contabilidad exasperante, la ilusión de la magia cuando se ve el truco, la máquina que hay que engrasar incensantemente. Es raro que no te impidan circular por los accesos al recinto, que todo se colapse, que haya comercios abiertos, vacilantes entre el sí y el no. Languidamente la ciudad es más amable, he visto como ponen los toldos de puestos de la rambla, en los noticiarios apenas ya nadie hace caso al parte de cifras repetitivo, siempre hay un obseso que revive la letanía del drama como si fuese ya para toda la vida. Y es para toda la vida pero va siendo un drama a sumar a todos los dramas. La especulación sobre el futuro de la humanidad es fatídica, al parecer no vamos a volver a la antigua normalidad gracias a la variante delta, la tercera vacuna, el siguiente virus, la próxima catástrofe, lo que pasa es que muchos no se han enterado y van olvidando los miles de millones de mascarillas que ya son como las gafas, los pañuelos de papel y el reloj. Para mayor acercamiento a la misma normalidad nos ponen día y noche la nueva hecatombe, el siguiente tragedia, el próximo desastre humanitario lejano útil para poner en solfa a los gobernantes, justificar pareceres. Ahora preguntales a los afganos como incide en su perenne desastre el coronavirus por cierto, no he visto ningún afgano o talibán con mascarilla, supongo que se considera un mal menor. Lamentablemente las mujeres no van a tener ningún problema al respecto. Amigo americano, ponga usted los dólares, que nosotros pondremos los discursos, dijo el teórico.

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