Le crecen a Goya los enanos

Tomlinson, como Mena, es una conversa, alguien que se ha caído del caballo en fechas recientes

Lo he dicho otras veces: Goya no está en buenas manos. En estos días, la historiadora americana Janis Tomlinson, de la Universidad de Delaware, "experta" en Goya, ha estado en España, ha pronunciado un par de conferencias y ha concedido una entrevista en Zaragoza. Dice, comprando literalmente las tesis de Mena, que "El coloso" no le parece de Goya. Que las pinceladas no definen a los personajes de la muchedumbre con precisión y que parece un cuadro muy del XIX. Todo lo contrario a lo que se aprecia a simple vista; los toques de las figuritas de primer plano son certeros y magistrales, de lo mejor de Goya, y definen a la perfección su dibujo, postura y movimiento con una economía expresiva apabullante. Y en cuanto a lo del siglo XIX, se le olvida que Goya no sólo anticipa todo el arte del XIX y del XX; se coloca en nuestra época por derecho propio. Tomlinson, como Mena, es una conversa, alguien que se ha caído del caballo en fechas recientes y ha bañado su pensamiento goyesco de un conservadurismo casi reaccionario. Ambas son metástasis de un cáncer originado en la mente ignorante de Juliet Wilson, propensa a descatalogar goyas documentados y magistrales por el simple hecho de que no encajan en sus parámetros ultraconservadores de lo que debe ser la calidad pictórica. En su monografía sobre Goya de 1994-1999, Tomlinson reproducía el Coloso a toda página, le asignaba la cronología tradicional de 1808-1812 en base al asiento del inventario de 1812 por el que Goya otorgaba a su hijo muchos de los cuadros que estaban en su casa tras la muerte de su esposa, y loaba la pieza a la que daba la consabida explicación simbólica por la que el gigante representa a las fuerzas napoleónicas. Metamorfosis análoga a la de Mena, que en la exposición de 1988 "Goya y el espíritu de la Ilustración" afirmaba en la ficha correspondiente del catálogo que "El coloso es una de las más poéticas obras del artista en su madurez, admirable por la extraordinaria precisión de su toque". De ahí a la descatalogación, hace unos años, con el beneplácito del entonces director del Prado, Zugaza, y la indignación, casi generalizada, de la comunidad científica. Dice Tomlinson, en esa entrevista que no tiene desperdicio por la confusión de sus ideas, que habría que hacer un comité de "expertos" goyescos para alumbrar un nuevo catálogo razonado del artista. De expertos historiadores, claro, que no han cogido un pincel en su vida.

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