Un cuadro con historia

El cuadro, que es vivo testimonio de como Goya supo mantener un astuto equilibrio diplomático

Hasta para los más comprometidos artistas resulta materialmente imposible mantener la coherencia plenamente si pretenden sobrevivir en este mundo injusto y hostil a toda libertad de pensamiento, contrario a todo vuelo libre. Basta mirar a Goya -santo patrón de los creadores con compromiso- y ver como distinguió entre su obra personal, de capricho, donde realizaba sus confesiones y denuncias más íntimas, y otra que le procuraba las lentejas (tarea esta última que desempeñó también con notoria maestría, pese a todo). Como ejemplo elocuente tenemos su conocida obra "Alegoría de la villa de Madrid", encargada por el consejo de la Villa tras la ocupación del trono por José Bonaparte, y que debía contener un retrato del rey intruso. El cuadro, que es vivo testimonio de como Goya supo mantener un astuto equilibrio diplomático con los distintos regímenes políticos en que vivió, representa a una bella matrona junto al escudo de Madrid que dirige nuestra mirada a cuatro genios alados; dos representan la Fama y la Victoria y otros dos portan un marco ovalado o medallón en cuyo interior el artista pintó el busto de José I. Tras la victoria de Arapiles y la huida de los franceses, el ayuntamiento encargó a Goya tapar el retrato y pintar la palabra "Constitución" en el medallón. En noviembre vuelve el rey intruso y le piden que recupere rápidamente el retrato bajo el repinte, tarea que le encomienda a un discípulo. Tras la victoria definitiva, otro discípulo vuelve a pintar la palabra "Constitución", ocultando una vez más al hermano de Napoleón. Cuando vuelve a España Fernando VII, el "Deseado", Goya tiene que pintar apresuradamente un retrato del nuevo rey sobre la citada inscripción. Diez años después de la muerte de Fernando VII, en 1843, muerto también Goya desde 1828, el ayuntamiento encarga un nuevo cambio y manda pintar el libro de la constitución sobre el retrato regio. Tras varias vicisitudes más -parejas a los vaivenes políticos del siglo XIX- que afectaron al dichoso medallón, se acordó pintar la inscripción "Dos de mayo", que por conmemorar un hecho histórico objetivo ha perdurado hasta hoy. Lo verdaderamente increíble es que la bella matrona que señala complacida al óvalo no se ha inmutado lo más mínimo, independientemente de lo que éste contuviera. Ahora -como antes- esta mujer representa, más que todos los políticos electos, a la inmensa mayoría del pueblo español.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios