República de las Letras
Agustín Belmonte
Prólogos
Siempre hay ganas de vivir otro año más una feria. Aunque de primeras, y algún nostálgico estará conmigo, no son como otros años. Se intenta mejorar, pero la oferta de actividades no es que sea muy llamativa. Empecemos, por ejemplo, con los carteles taurinos. Una plaza que atraía a gente de toda España durante toda una semana, ahora se ha limitado a tres días de fiesta.
Posiblemente, se ha llegado a este punto porque hubo una época de días desiertos en las gradas, pero ahora, y como se ha demostrado en otras ciudades, vuelve a la carga. El empresario de turno se la juega e imagino que la ayuda por parte de las administraciones será irrisoria. Y por ahí van la mayoría de los tiros.
No sabemos lo que tenemos en nuestra provincia y es así. No sabemos vendernos en comparación con los gaditanos o sevillanos. El mérito de que todo vaya a más son sus gentes. Por ejemplo, y siempre lo digo, gracias a peñas flamencas como la del Morato, el flamenco y sus palos siguen vivos en nuestra zona. Ha sido constante su trabajo con propuestas y más propuestas a los que llevan la materia y, a veces, con rechazos a ideas magníficas que son ejemplo incluso a veces en otros territorios. No sabemos valorar lo que tenemos, principalmente porque también nosotros los almerienses somos muy pasotas. Estando allí el otro día, en el Morato, explicaron la importancia de los palos flamencos almerienses que han sido fundamentales para el género musical. La mayoría que pasaba por allí no tenía ni idea. Tampoco de que la guitarra flamenca y clásica se inventó aquí, en nuestra tierra, con un nombre propio, Antonio de Torres. Una gran historia que solo da nombre a un museo y que ni si quiera la gente sabe el porqué.
Así somos, pero esto viene también por el poco autobombo que ningún alcalde o concejal de turno ha sabido hacer. Eso sí, cuando el trabajo está prácticamente hecho sí que saben sumarse a la causa. Por ejemplo, ha pasado con el mundo cofrade que ha estado muy abandonado y por su esfuerzo y constancia han conseguido que la Semana Santa almeriense sea conocida por todo nuestro territorio.
En fin, cuidemos lo que tenemos, lo que teníamos y lo que tendremos. Disfruten de estos días de alegría y procuren no asustarse con los precios de los ‘cacharricos’.
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