La culpa es mía

Las mentiras crónicas del presidente Pedro Sánchez no son de ahora, vienen de antiguo, de muy atrás

Al rato de haber salido victorioso tras ser designado secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y familia se vinieron a descansar unos días a Mojácar. Tenían o tienen, no sé, un apartamento en el pueblo. Dedicaron un día de su ocio a dejarse ver, a masajearse en el mercadillo semanal. Un batiburrillo de curiosos, de entusiastas fieles locales, periodistas, fotógrafos, les seguían en su deambular por el museo de la coliflor y el outlet de ropa veraniega. A mí me interesaba otro tipo de fotografía distinto al consabido apretón de manos, buscaba la fotografía de Pedro a secas.

Tuve las fotos buscadas a tan solo un clic y no las tomé. Habrían sido fotografías del matrimonio a solas, con sus carantoñas, con las bolsas llenas de melones del mercadillo, maneras de pareja normal y vulgar y, sin embargo, no apreté el disparador de la cámara porque Pedro, entonces solo era Pedro, me ofreció una entrevista en exclusiva a cambio de no hacer las fotos. Acepté. Begoña, entonces solo era Begoña, y él me lo agradecieron. Quedamos en una cita que nunca aconteció, de modo que no tuve fotos ni entrevista. Me mintió. Y fue culpa suya.

Quiero decir con esto que las mentiras crónicas del presidente Pedro Sánchez no son de ahora, vienen de antiguo, de muy atrás, de cuando en su cabeza no pasaba ser presidente de Gobierno del modo que lo fue. Según el proverbio: "Si me engañas una vez, la culpa es tuya. Si me engañas dos, la culpa es mía", pasado un tiempo Pedro Sánchez me mintió una segunda vez, que yo sepa, cuando tras la moción de censura que Rajoy se fumó en un restaurante, prometió elecciones inmediatas, exactamente "cuanto antes". Le creí. Después, ya saben, se lo pensó y dijo textualmente "agotaré la legislatura". Por lo tanto, repito, me volvió a mentir y la culpa fue mía. Luego ya con lo de Podemos, los radicales nacionalistas, independentistas y así de seguido, no ha conseguido mentirme por más que lo ha intentado tres, cuatro, cinco, seis o más veces. He concluido, pues, que tengo a un mitómano de presidente del Gobierno y que yo soy un gilipuertas con memoria que, sin otro remedio, ha de soportarlo.

Ahora, hace unos días, Pedro ha querido clavármela de nuevo con lo de los indultos a los presos secesionistas. Va y dice que concede la gracia por razón de utilidad pública. Ni Sánchez ni yo nos lo hemos creído porque los dos sabemos que ha de humillarse y humillarnos para seguir vivo…, en el poder.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios