El dandi

Olviden por favor la anécdota del libro, mi libro, yo he venido a hablar de mi libro

En España para obtener cualquier tipo de reconocimiento hay que pedir todos los días perdón por existir con humíldico movimiento de cabeza, no desentonar en nada y seguir la corriente a todos haciéndoles siempre caso, sobre todo si son influyentes. Tomar cócteles con ellos, ir a la comunión de su hijo, a la presentación de su libro y a su cumpleaños. De él y de su libro. De lo contrario te pueden hacer un documental como anatomía de un dandi, dedicado al proscrito, irredento, excéntrico, chulesco, insoportable, infumable y siempre no académico, heterodoxo, decía, siempre heterodoxo es como hay que ser, cuando le preguntaban cuándo sería académico. Presto a presentar el libro de estilo de El País diciendo que el mejor manual de estilo tendría todas las páginas en blanco. Para que él las llenara. El mismo que hoy decir (en la tele) delante de miembros influyentes del Opus Dei que Camino es el manual del perfecto nazi y quedarse tan pancho. Olviden por favor la anécdota del libro, mi libro, yo he venido a hablar de mi libro. Del libro de Umbral, del dandi Umbral al que contra pronóstico le han ido reeditando, poco a poco emergiendo como un barco que muchos (los académicos) querían ver hundido para siempre y reflota insumergible como la boya que recuerda el verdadero paso del ecuador, hacia mares ignotos y desconocidos. Como la misión de los literatos españoles de columna alimenticia y despreciada por ellos mismos era/es acabar con la tradición galdosiana del garbancismo para que esos mismos literatos salgan diciendo en los aniversarios que ellos se consideran directos herederos de Galdós, decir Umbral en los ambientes literarios selectos era/es autoexcluirse entre los doctores universitarios que intentan sin éxito aplicar la teoría que explican, pero como unos se aplauden y elogian a otros nadie nota nada. También se excluyen de los elegidos todos aquellos de provincias que no puedan desplazarse a ningún sitio y que no podrán nunca jamás hundiéndose, hundiéndonos en el mundo virtual donde los elegidos podrán ir a las semincis para ver el documental mientras vuelven a los cócteles y saludan de lejos con mascarilla de diseño, el mismo documental que luego lograré ver de forma proscrita, irredenta, excéntrica, heterodoxa. Mientras tanto me iré conformando con rescatar sus libros, también de forma proscrita de los baúles de los ropavejeros analógicos y transeúntes.

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