El callejón del gato

El declive del centro

Con el arreglo que el Ayuntamiento ha llevado a cabo en la zona, el espacio ha mejorado a la vista

No hace falta que diga nada con respecto al valor y grandeza de la Alhambra de Granada porque de sobra sabemos lo que significa en el capítulo de los principales monumentos de España. Visitar la Alhambra es el mayor atractivo para cualquiera que vaya a Granada y, si lo hace en coche, lo tiene muy fácil porque no tardará en encontrase en la carretera de circunvalación un letrero indicándole el camino hasta el aparcamiento que se encuentra entre el Grandioso Monumento y los jardines del Generalife, dos enclaves que no tienen parangón entre los parajes más atractivos que podamos imaginar. Lo que pretendo destacar con este encabezamiento es la existencia de un aparcamiento de coches en el espacio citado, sin menoscabo de la belleza que le rodea. Lo hago para curarme en salud ante las diatribas que pueda recibir por lo que voy a plantear en esta columna. A pesar de que el terreno no reunía las condiciones más idóneas, muchos comerciantes y visitantes que se desplazaban en conche al centro de Almería solían aparcar a espaldas del Ayuntamiento, al pie de la Alcazaba. Era una posibilidad de dejar el coche, a menos de cinco minutos de la Puerta de Purchena, para cualquiera que quisiera hacer unas compras o alguna gestión en el centro. Con el arreglo que el Ayuntamiento ha llevado a cabo en la zona, el espacio ha mejorado a la vista, pero ha perdido utilidad. Estamos viendo con preocupación como se está desmantelando el comercio del centro, y cualquier medida que se adopte, por pequeña que sea, debe de ser para ponerle freno a un deterioro que avanza cada día. Inhabilitar un espacio que facilitaba el acceso en coche al centro de la ciudad, no creo que haya sido un acierto. A mi modesto parecer se podría haber hecho una buena reforma compatible con el uso que, de manera espontánea, estaban haciendo muchos ciudadanos. Pongo por ejemplo el palmeral cercano al Zapillo, donde los coches permanecen disimulados debajo de las palmeras y facilita el acceso al paseo marítimo. Con una intervención semejante se podría haber mantenido la iniciativa ciudadana de aparcar cerca de la Alcazaba, para callejear por el centro de la ciudad, sin que las murallas perdieran su encanto. Ya sé que muchos no compartirán el planteamiento que acabo de exponer, pero también sé que a la hora de tener que realizar unas compras, preferirán desplazarse a un parque comercial, donde podrán aparcar el coche sin dificultad. Y mientras, el centro agoniza.

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