La democracia de Schrödinger

Una democracia no existe si los ciudadanos no tienen conciencia de ciudadanía y si estos no hacen uso de ese poder

No es la primera vez que encuentro una relación entre la política y la física, y probablemente no sea la última, pero todo cuando sucede se establece a través de relaciones de concordancia entre las diferentes partes del universo. Algo así descubrió John Forbes Nash, el del famoso índice bursátil, cuando estableció una relación entre la economía y física. Siguiendo este juego de ideas en la política actual se da una situación interesante.

De forma teórica la democracia es el gobierno del pueblo, aunque esa premisa no se da en sentido pleno pues el pueblo solo aparece como una sombra. Los ciudadanos no tienen fuerza vinculante: no pueden participar en los procesos legislativos, y con esto quiero decir que ni sus propuestas al congreso tienen el poder para cambiar las cosas ni este pueblo se manifiesta a través de referéndums anuales como se hace en los países del norte de Europa.

La única fuerza vinculante del pueblo es el voto, un voto que casi nunca es crítico sino más bien contaminado de ideología o partidismo. Y el voto crítico suele confundirse con el voto de castigo. Como digo, el pueblo es una sombra y como sombra no es consciente del concepto de ciudadanía, de ese poder.

El ciudadano debe ser el que exige y el que impone su deseo, el que participa en la democracia, y no el que acata y calla, el sumiso actual. ¿Cómo va a existir democracia sin ciudadanía?

Una democracia sin ciudadanía es una democracia Schrödinger porque está y no está al mismo tiempo y la mera observación de la democracia hace que exista o no. Es decir, el que exista depende del ciudadano; si se mantiene en la sombra la democracia estará encapsulada pero si decide ser activo de repente cobrará vida. Dicho así la democracia funciona según las reglas de la mecánica cuántica que estudio Schrödinger. Ahora mismo este sistema político está dentro de una caja cerrada.

Al leer este artículo el lector puede imaginar las dos opciones posibles, que la democracia esté viva o muerta, pero al abrir la caja en su mente descubrirá cual de las dos posibilidades es la cierta. Y eso va a depender de su intención al observar: a mí me gustaría que el lector mirara sabiendo que tiene conciencia de sí mismo como ciudadano; que tiene un voto crítico, y no de castigo, y que no tiene obligaciones con las siglas.

Me gustaría que el ciudadano descubriera su verdadero poder. Ojalá.

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